Estoy harta. No solamente de llevar prácticamente una semana sin poder salir de casa y sin dormir, sino que estoy harta de prensa, de enfrentamientos entre la gente, de 15M y de JMJ. Estoy cansada de decir que no soy ni 15M ni JMJ, pero que defiendo, tanto la indignación de todo el presupuesto y la parafernalia que está colapsando la ciudad como el derecho de los jóvenes cristianos a celebrar dichas jornadas, y compartir en ellas experiencias y reunir a gente de todas las nacionalidades con una creencia común.
Vuelvo a repetir (dentro de que he hablado mucho de este tema durante los últimos diez días) que no critico estas jornadas por el hecho de que sea una causa religiosa que no comparto la que las promueve -además,nunca he expresado en público de manera explícita y extensa cuál es mi condición religiosa,- sino que únicamente a nivel práctico la organización de las mismas me resulta en muchos aspectos un insulto, y de esto, no tienen la culpa, ni los fieles, ni la organización interna de la iglesia, al menos ésta última, en lo que concierne a algunos de estos aspectos. El transporte público sube una semana antes de la llegada del Papa un 50% para los ciudadanos, mientras que para los peregrinos es un 80% más barato, el gasto público en seguridad, e incluso dentro del propio acto, la megalomanía innecesaria con la que se han organizado muchas de las actividades de las jornadas, como la gran procesión de pasos cófrades que invadió la Gran Vía la mitad de la tarde de ayer, etcétera), el colapso de toda la ciudad, el uso de todo tipo de lugares públicos para alojar y dar servicio a los visitantes... todo esto en un país aconfesional, sí que me hace cuestionar, en ningún caso a la comunidad católica, sino a la propia moral de los organismos públicos, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid y el Estado. Y critico esta organización del mismo modo que siempre he criticado la organización de eventos futbolísticos, de características de montaje similares, por ejemplo.
España se está hundiendo. Se está hundiendo desde hace tiempo y todos lo sabemos. Se encargan de hacernos pasar miedo cada día viendo el telediario, leyendo los periódicos y caminando por la calle. Descienden el sueldo de los funcionarios, los jóvenes vivimos casi en un 50% de paro. España se está hundiendo y todavía tenemos que mostrarnos encantados de esta clase de organización de las JMJ por parte de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento y del Gobierno estatal. Es evidente que el evento traerá consigo ganancias, especialmente y sobre todo en algunos sectores, como pueda ser indudablemente el de la hostelería, pero podría producir más, y sobre todo, podría producirlas de manera, a mi parecer, más justa.
Pero estoy cansada, digo, y no es de los peregrinos, ni tampoco del 15M (que también). Estoy cansada de lo fácil que es para los medios y los políticos permanecer callados mientras los enfrentamientos corren a cuenta de las personas que caminan por la calle, y mientras con su silencio o sus sutiles fuentes de información, dejan que se sigan produciendo estos conflictos, tanto por parte de los manifestantes antipapa como de sus fieles. Estoy cansada de que ni siquiera se entiendan las consignas. Estoy cansada de la provocación. Sabíamos de la visita del Papa desde mediados de 2009, ¿y no ha habido tiempo para quejarse antes? ¿ha tenido que ser el día de antes de la llegada del Papa? en efecto, eso viene dado también gracias al oportunismo y la fuerza que ha tomado el 15M en los últimos meses (toda la visibilidad que ha dado el movimiento 15M a las protestas de diverso tipo, muchas de las cuales apoyo y siempre he apoyado desde el principio) y junto a consignas y comportamientos algo cuestionables por parte de los indignados que se manifestaron en la Puerta del Sol el pasado miércoles, (comportamientos cuestionables hay en todas partes, y siempre son más visibles en el caso de los manifestantes),por parte de algunos peregrinos, pero sobre todo, un comportamiento cuestionable a nivel gubernamental:
Desde que este movimiento empezó, lo he apoyado siempre en la medida de mis posibilidades, hasta que he considerado que estaba perdiendo todo el espíritu que me había llevado a él en un principio. Y miento, porque es un espíritu que no se ha perdido. Pero en el momento en el que en las consignas y las manifestaciones han comenzado a existir gran número de ataques explícitos, seguramente por parte de algunos grupos antisistema que se han adherido al movimiento, el mismo movimiento ha comenzado a perder algunas de sus razones de ser. No es lo mismo criticar la organización de un evento internacional de este calibre, que criticar el motivo de tal evento. Criticar la fe o la religión de las personas es algo grave. Y sí, entiendo que se critique a la Iglesia y algunas de las medidas que ésta toma. Entiendo que hay muchos temas en los que la posición de la Iglesia ofende a muchas personas. Yo también me ofendo con algunas de sus opiniones. Pero creo que hoy no es eso lo que se critica, sinola promoción de estas jornadas y todas las facilidades otorgadas por parte de nuestro gobierno. Por ello, el hecho de atacar a los fieles es algo totalmente contraproducente para lo que se está intentando reivindicar. Pero también es algo totalmente contradictorio, el hecho de legalizar una manifestación para disolverla por la fuerza en el momento en el que tiene lugar, el hecho de que exista por parte de las instituciones una falta de información y un desinterés generalizado por el movimiento, porque, evidentemente, es un movimiento tan politizable, que ni compensa la información ni se puede encontrar la objetividad acerca de él en ninguna parte.
Estoy cansada de explicar que no soy ni JMJ ni 15M. Porqué tengo que pertenecer a algo. Porqué. He formado parte del movimiento 15M durante bastante tiempo, y sigo apoyando sus premisas iniciales. Pero no me parece justo (y ahora sí hago una llamada a los representantes de las asociaciones que hayan promovido los últimos actos) que las pintadas en los colegios públicos y en las iglesias sean asociadas con este movimiento, porque antisistema y gilipollas hay en todas partes, tanto en un bando como en el otro. ¿Criticar que los jóvenes de la JMJ hagan botellón? tampoco me parece buena idea. Todos hacemos botellón o lo hemos hecho alguna vez. Y habrá mucho gilipollas en los botellones, igual que hay gilipollas en cualquier otro sitio, tanto en un lugar como en otro. Lo que no me parece bien de ello es que, cuando salen imágenes de macrobotellones (o macroreuniones, como se quieran llamar) de chicos bebiendo en el centro de Madrid (estos días, la mayoría de ellos de las JMJ) se diga que "no están haciendo botellón, sino que están reuniéndose", únicamente porque pueda perjudicar a la imagen que quieren dar. Botellón hemos hecho todos alguna vez. Jóvenes somos todos. Y estas jornadas podrían ser estupendas. Más de una vez he querido ponerme a hablar con algunos de los chavales que caminan y se alojan por mi barrio. No entiendo porqué las medidas políticas son las que quieren enfrentarnos. Y sí, son las medidas políticas. Nada más. Ni es una cuestión de respetar la fe de nadie, ni nada. Todo eso es una falacia. Por mi parte, estoy en desacuerdo con una organización pésima e injusta por parte de un gobierno que lleva sin pensar en su propia realidad desde ni se sabe cuándo. Lo que critico, en ningún momento han sido las creencias de la gente.
Yo también soy jóven, no soy católica, pero soy jóven, y creo en las personas. Creo que muchos de los que han venido tienen mucho que aportarnos, y muchos de los que no tenemos que ver con esta celebración, también tenemos mucho que aportarles a ellos.
Esto no es una batalla entre ateos y católicos, es una batalla de organización. Es una batalla institucional. Es una batalla mediática. Nada más.
Vuelvo a repetir (dentro de que he hablado mucho de este tema durante los últimos diez días) que no critico estas jornadas por el hecho de que sea una causa religiosa que no comparto la que las promueve -además,nunca he expresado en público de manera explícita y extensa cuál es mi condición religiosa,- sino que únicamente a nivel práctico la organización de las mismas me resulta en muchos aspectos un insulto, y de esto, no tienen la culpa, ni los fieles, ni la organización interna de la iglesia, al menos ésta última, en lo que concierne a algunos de estos aspectos. El transporte público sube una semana antes de la llegada del Papa un 50% para los ciudadanos, mientras que para los peregrinos es un 80% más barato, el gasto público en seguridad, e incluso dentro del propio acto, la megalomanía innecesaria con la que se han organizado muchas de las actividades de las jornadas, como la gran procesión de pasos cófrades que invadió la Gran Vía la mitad de la tarde de ayer, etcétera), el colapso de toda la ciudad, el uso de todo tipo de lugares públicos para alojar y dar servicio a los visitantes... todo esto en un país aconfesional, sí que me hace cuestionar, en ningún caso a la comunidad católica, sino a la propia moral de los organismos públicos, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid y el Estado. Y critico esta organización del mismo modo que siempre he criticado la organización de eventos futbolísticos, de características de montaje similares, por ejemplo.
España se está hundiendo. Se está hundiendo desde hace tiempo y todos lo sabemos. Se encargan de hacernos pasar miedo cada día viendo el telediario, leyendo los periódicos y caminando por la calle. Descienden el sueldo de los funcionarios, los jóvenes vivimos casi en un 50% de paro. España se está hundiendo y todavía tenemos que mostrarnos encantados de esta clase de organización de las JMJ por parte de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento y del Gobierno estatal. Es evidente que el evento traerá consigo ganancias, especialmente y sobre todo en algunos sectores, como pueda ser indudablemente el de la hostelería, pero podría producir más, y sobre todo, podría producirlas de manera, a mi parecer, más justa.
Pero estoy cansada, digo, y no es de los peregrinos, ni tampoco del 15M (que también). Estoy cansada de lo fácil que es para los medios y los políticos permanecer callados mientras los enfrentamientos corren a cuenta de las personas que caminan por la calle, y mientras con su silencio o sus sutiles fuentes de información, dejan que se sigan produciendo estos conflictos, tanto por parte de los manifestantes antipapa como de sus fieles. Estoy cansada de que ni siquiera se entiendan las consignas. Estoy cansada de la provocación. Sabíamos de la visita del Papa desde mediados de 2009, ¿y no ha habido tiempo para quejarse antes? ¿ha tenido que ser el día de antes de la llegada del Papa? en efecto, eso viene dado también gracias al oportunismo y la fuerza que ha tomado el 15M en los últimos meses (toda la visibilidad que ha dado el movimiento 15M a las protestas de diverso tipo, muchas de las cuales apoyo y siempre he apoyado desde el principio) y junto a consignas y comportamientos algo cuestionables por parte de los indignados que se manifestaron en la Puerta del Sol el pasado miércoles, (comportamientos cuestionables hay en todas partes, y siempre son más visibles en el caso de los manifestantes),por parte de algunos peregrinos, pero sobre todo, un comportamiento cuestionable a nivel gubernamental:
Desde que este movimiento empezó, lo he apoyado siempre en la medida de mis posibilidades, hasta que he considerado que estaba perdiendo todo el espíritu que me había llevado a él en un principio. Y miento, porque es un espíritu que no se ha perdido. Pero en el momento en el que en las consignas y las manifestaciones han comenzado a existir gran número de ataques explícitos, seguramente por parte de algunos grupos antisistema que se han adherido al movimiento, el mismo movimiento ha comenzado a perder algunas de sus razones de ser. No es lo mismo criticar la organización de un evento internacional de este calibre, que criticar el motivo de tal evento. Criticar la fe o la religión de las personas es algo grave. Y sí, entiendo que se critique a la Iglesia y algunas de las medidas que ésta toma. Entiendo que hay muchos temas en los que la posición de la Iglesia ofende a muchas personas. Yo también me ofendo con algunas de sus opiniones. Pero creo que hoy no es eso lo que se critica, sinola promoción de estas jornadas y todas las facilidades otorgadas por parte de nuestro gobierno. Por ello, el hecho de atacar a los fieles es algo totalmente contraproducente para lo que se está intentando reivindicar. Pero también es algo totalmente contradictorio, el hecho de legalizar una manifestación para disolverla por la fuerza en el momento en el que tiene lugar, el hecho de que exista por parte de las instituciones una falta de información y un desinterés generalizado por el movimiento, porque, evidentemente, es un movimiento tan politizable, que ni compensa la información ni se puede encontrar la objetividad acerca de él en ninguna parte.
Estoy cansada de explicar que no soy ni JMJ ni 15M. Porqué tengo que pertenecer a algo. Porqué. He formado parte del movimiento 15M durante bastante tiempo, y sigo apoyando sus premisas iniciales. Pero no me parece justo (y ahora sí hago una llamada a los representantes de las asociaciones que hayan promovido los últimos actos) que las pintadas en los colegios públicos y en las iglesias sean asociadas con este movimiento, porque antisistema y gilipollas hay en todas partes, tanto en un bando como en el otro. ¿Criticar que los jóvenes de la JMJ hagan botellón? tampoco me parece buena idea. Todos hacemos botellón o lo hemos hecho alguna vez. Y habrá mucho gilipollas en los botellones, igual que hay gilipollas en cualquier otro sitio, tanto en un lugar como en otro. Lo que no me parece bien de ello es que, cuando salen imágenes de macrobotellones (o macroreuniones, como se quieran llamar) de chicos bebiendo en el centro de Madrid (estos días, la mayoría de ellos de las JMJ) se diga que "no están haciendo botellón, sino que están reuniéndose", únicamente porque pueda perjudicar a la imagen que quieren dar. Botellón hemos hecho todos alguna vez. Jóvenes somos todos. Y estas jornadas podrían ser estupendas. Más de una vez he querido ponerme a hablar con algunos de los chavales que caminan y se alojan por mi barrio. No entiendo porqué las medidas políticas son las que quieren enfrentarnos. Y sí, son las medidas políticas. Nada más. Ni es una cuestión de respetar la fe de nadie, ni nada. Todo eso es una falacia. Por mi parte, estoy en desacuerdo con una organización pésima e injusta por parte de un gobierno que lleva sin pensar en su propia realidad desde ni se sabe cuándo. Lo que critico, en ningún momento han sido las creencias de la gente.
Yo también soy jóven, no soy católica, pero soy jóven, y creo en las personas. Creo que muchos de los que han venido tienen mucho que aportarnos, y muchos de los que no tenemos que ver con esta celebración, también tenemos mucho que aportarles a ellos.
Esto no es una batalla entre ateos y católicos, es una batalla de organización. Es una batalla institucional. Es una batalla mediática. Nada más.