Encontraste un milano con el ala quebrada
en aquél rincón sombrío del patio de la casa familiar.
A
veces me pregunto lo que soy, te dije;
me
miraste en la voz
más
profunda de todas, y respondiste entonces,-
por
eso te divides, despedazado el rostro, por eso
excarvar
las raíces en tierras extranjeras
buscarte
en los que duelen, perseguir cada llave, o escuchar
historias
de desgarros familiares
cuentos
de identidades confundidas
y
repartidos rostros a lo largo del viaje.
-Intentaste ayudarle a que volviese a volar
pero fue en vano.
Lo acariciaste entonces, y con mucho cuidado
lo devolviste al campo
detrás de algunas rocas
donde las carroñeras no pudieran encontrarlo,
Y volvimos a casa, la esperanza en un puño,
y en el otro la herida.
Aún hoy no sé qué responderte.