martes, 30 de diciembre de 2014

Unas notas sobre mi 2014.




Es raro decidirme a hacer un recapitulativo de un año que ha sido extraño, espídico, lleno de cambios y apabullante en todos los aspectos. Pero justamente por ello voy a hacerlo, porque ha sido uno de los años más completos de mi vida. Si tuviese que resumir el 2014 con una única palabra sería intensidad

En 2014 el año empezó continuando un trabajo en el que no llevaba demasiado tiempo, y que era, desde hacía años, el motivo por el que había decidido salirme por la tangente a nivel profesional y cumplir uno de mis sueños: ser profe de español como lengua extranjera. A nivel laboral, por tanto, el año se ha convertido en un reto cumplido, pues he trabajado como un animal preparando clases de todos los tipos, niveles y alumnos, y disfrutando de ello. También mis compañeros de trabajo han sido un enorme aliciente, el buen ambiente, las risas y el buen rollo son estupendos y me han permitido conocer además otra faceta de mi trabajo. En verano me ofrecieron una oportunidad única (y casi impensable), la de trabajar como profesora de francés, y la acepté, y fue una de las mejores experiencias del año: trabajar a contrarreloj, muchísimas horas al día, con los mismos alumnos todo el día y dando clases de un idioma extranjero. Y sobreviví todo el verano, con compañeros estupendos y clases y alumnos geniales. 

Este año ha sido convulso emocionalmente, en el que amor, decepción, pasión, abandono, olvido, soledad y desorden han convivido a partes iguales, hasta ahogarme, y hasta verme obligada a cerrar a patadas una puerta de aquello que había sido protagonista casi único de mi vida, y que me había condicionado, desubicado, y destruido poco a poco durante meses y meses. Entonces debí empezar todo desde cero. Tuve que volver a poner todo lo que tenía en una balanza, hacer criba emocional, material, anímica, e incluso moral. Mis perspectivas dieron un vuelco y pusieron patas arriba todo lo que había estado construyendo durante años, hasta caer en la cuenta de haber "perdido", en parte, mi tiempo, pero también de haber ganado en sabiduría, criterio y fortaleza. Ha sido, además, el año en el que he estado acompañada de la mejor familia (rencuentros a este lado del charco, niiiii) y de  los mejores amigos, tanto en los buenos como en los malos momentos (¡gracias!) que nos hemos reído y hemos llorado juntos, y solamente por eso merece la pena este 2014.

Ha sido también el año de las mudanzas, y de la militancia, y esto último me ha dado la vida en esta segunda parte del año. Estar lejos no es estar solo, es también construir. Construir a través de las ideas, del intercambio, enriquecerse con las opiniones de los otros, edificar una familia, y eso es lo que para mí ha supuesto la militancia. Gracias a toda esta "nueva familia" he comprendido varias cosas: la importancia de la organización colectiva, la necesidad de las reivindicaciones sociales y de la construcción de proyectos más humanos y justos, la imprescindibilidad de una lucha por nuestros derechos y nuestra dignidad, y cómo todo ello crea lazos mucho más fuertes y unas afinidades más interesantes y estrechas que las que se puedan crear en otros ámbitos. Construirse en la otredad ha sido y es uno de los retos más importantes de la emigración, y creo que juntándonos y asociándonos, no solamente nos edificamos, sino que también nos enriquecemos como colectivo y nos aportamos e intercambiamos experiencias los unos a los otros que dificilmente puedo extrapolar a otros contextos, porque juntos somos más fuertes, y hemos conseguido hacer muchas cosas estos últimos meses; toda esta experiencia nos convierte en una familia adoptiva en toda regla, y esta energía nos da más fuerza para afrontar el futuro.

Ha sido también el año del retorno a París y a la literatura: la búsqueda de la muchedumbre y de la voz, de la mirada de los rostros en mitad de las calles, cantar juntos en la Fête de l'Humanité, de rencuentros y nuevos encuentros en la capital gala, de volver a sentirme parte de algo que en algún momento había abandonado, de poetas (¡se dice poeta!) y lectoras y mujeres increíbles, de leer los mejores libros escritos por mujeres que ningún otro año, libros que te cambian la vida, que te escriben y transforman. El año del feminismo, de conocer a los compañeros de todas partes y un año de amistades intensas, abrumadoras, necesarias. De terminar proyectos, de empezar otros nuevos, de retos, de dificultades y de nuevas perspectivas. Sobre todo, de nuevas perspectivas. 

Gracias a todos los que habeis formado parte de él, y brindo por un 2015 por lo menos igual de intenso que éste.