viernes, 31 de diciembre de 2010

Mi pequeño Rock and Roll.



O un repaso de un año

El tiempo pasó despacio, casi lápida, bochornoso. Aprendí, aprendí mucho, esperé un porvenir que nunca vino. Me despedí de él, desde la bilis del odio, como si me arrancaran el estómago. Intenté olvidar esa ciudad. Dejé de buscar. Dije adiós a algunas cosas, otras terminaron siendo un lastre y costó mucho terminarlas, pero lo conseguí.
Desanduve, me desencanté de lo que fueron mis mayores pasiones, me rendí, me sentí vacía.
Pero también hubo alas, y hubo muchos logros. Disfruté de la poesía, y la profeticé como manera de vivir, tal vez un año más, tal vez más que cualquier año. La actividad poética se confundió con la actividad de la vida, si es que alguna vez no fueron la misma cosa.

Escribí / para decir el grito / para arrancarlo / para convertirlo / para transformarlo / para desmenuzarlo / para eliminarlo / escribir el dolor / para proyectarlo / para actuar sobre él con la palabra.

Me enamoré de un idioma, lo compartí, soñé con la ciudad levantada sobre el mar. Vi el mar.
Cambié de decisiones tantas veces que apenas las recuerdo, me indecidí.
Crucé el charco, visité la ciudad que nunca duerme, paseé mucho. Amé mucho a quien merece la pena, compartí muchos cafés, visité algunos amigos, menos de los que hubiese querido, más de los que esperaba poder visitar. Conocí gente muy especial, perdí una hermana que se fue, gané una hermana que volvió.
Creí en que un encuentro casual es la cosa menos casual que existe, descreí, desconfié de las oportunidades, unas cuantas llegaron, otras no sé si las tuve, algunas no sé si las perdí.

Bailé bajo la lluvia un slow, o cinco, y salté sobre un charco de estrellas y fui feliz.
Me olvidé, me recordé, me reinventé.

martes, 28 de diciembre de 2010

Yo soy dada.







Hoy me decidí a reconciliarme del todo con el mundo del arte contemporáneo, un arte, por cierto, que hasta hace unos escasos meses, me ha interesado y me ha gustado siempre mucho. Esta mañana estuve mirando exposiciones interesantes que poder ir a ver por la ciudad. Parecerá mentira, pero cada vez que miro últimamente las muestras que se estrenan en Madrid, tengo menos ganas de ir a verlas. ¿Reflexión sobre la colección del museo? ¿Nuevas perspectivas sobre el arte de entreguerras? ¿De nuevo una exposición de grabados de Tàpies, Feito, Kcho y Canogar? ¿es esto lo realmente actual? SOCORRO. Al salir de trabajar, decidí pasear hasta la Fundación Carlos de Amberes, porque me pareció medianamente atractivo el título y la sinopsis de la exposición que han inaugurado recientemente: " Je suis dada".



Craso error. A quien esté dispuesto a pagar 3 euros, le sugiero que los invierta en un buen desayuno o en un par de cervezas. Para concluir que el diseño de los flamencos se resume a lámparas de cáscaras de mejillón, mesas con forma de queso y un par de cucharas dispuestas al fornicio, prefiero quedarme en casa. No dudo de la buena voluntad de los comisarios de la exposición, aunque sí que es cierto que hubiese agradecido alguna estructura expositiva un poco más clara (si eso pudiera ser posible) y algún tipo de hilo conductor de tal batiburrillo de objetos. ¿Diseño influenciado por el dada? ¿Y qué no tiene sus raíces en el dada hoy en día? Hasta Ikea tiene objetos que bien podrían haber nacido del dada.



Pero mi conclusión es que tal vez, si esta tarde he ido a ver esa exposición intencionadamente, he accedido a pagar tres euros por la entrada, he contemplado cáscaras de mejillón colgando del techo, y orangutanes de juguete con una bombilla por cabeza y un interruptor en sus testículos, y pese a todo no he logrado captar nada, tal vez el acto dada sea yo.