sábado, 30 de junio de 2012

La luna desde mi ventana.



"Nada la hiere tanto como el exceso
de preguntas, porque preguntar es
acercarse, humillarse ante el núcleo coagulado".


Tess Gallagher.


Puedes decirle al mundo lo que quieras sobre las victorias. Puedes hablar de árboles, puedes hablar de música o de Dios.  Pero quién cuidará de los jardines después de tu discurso, quién amamantará los desperfectos, quién. Alguien se quedará en silencio después de tu partida.

jueves, 28 de junio de 2012

Fin de contrato






"Es bueno no haber sido usado;
seguir entero como un hallazgo".


Tess Gallagher.




El balcón desemboca en aquella iglesia. La catedral, pienso. Y la luz se posa sobre ella en las mañanas de invierno, o de verano, y el naranja convierte las mañanas en fotografías. 


Os presento lo que ha sido, durante ocho meses, mi lugar de trabajo. Más bien os presento las vistas desde mi mesa, y el balcón desde el área de catalogación, un lujo, tanto el trabajo, como la gente, como el lugar. Lo echaré de menos.




* Algunos detalles que me gustan:


1.- las fotografías de ventanas a contraluz.
2.- Los muñequitos que están en el balcón, en el alféizar, como parte del personal, me parecen muy divertidos.
3.- Ver la calle San Ginés y el pequeño puesto de libros debajo de mi ventana. Abre sobre las diez y todos los días veo cómo lo monta y prepara.
4.- La cúpula de la iglesia y sus muros son geniales cuando les da el sol sobre las once de la mañana.
5.- Hay grupos de guiris cada cinco minutos que se paran en la esquina a escuchar la historia de la calle en todos los idiomas.
6.- Creer que es la calle con más locuras de Madrid.
7.- Ver el tiempo que hace desde la ventana. Cuando llueve, el puesto de libros cubre rápidamente todo con un toldo y parece que el mundo se va a acabar por que bajan riadas de agua por el callejón.

martes, 26 de junio de 2012

Un cuaderno parisino.




"J'ai voulu    intense    t'asseoir sur mes genoux pour embrasser ton faible et tendre sourire avant que tu ne lèves tes poings redoutables au-dessus de ton sexe".

"Intensamente he querido sentarte en mis rodillas para besar tu tierna y débil sonrisa antes de que levantes tus temibles puños sobre tu sexo".

Paul Valet (la traducción es mía).


Hoy voy a contaros la historia de mi cuaderno parisino por antonomasia, aquél que nunca pude escribir. Fue un cumpleaños frío, un noviembre de cafés y demis en el Marais, y Tati y Eva atravesaron l'Île de la Cité con frío, lluvia y todo lo que París ofrece a mediados de Noviembre, para llegar a una pequeña tienda llamada Librairie du Petit Jour, dedicada casi al completo a cualquier tipo de objetos relacionados con El Principito. 
Jamás estrené ese cuaderno. Nunca lo escribí porque esas páginas no me pertenecían. Qué feo estropearlo con palabras, con palabras pobres -sí, porque yo sabía que mis palabras eran pobres entonces, quizás también ahora- pensé en esperar. Esperar a que mis palabras crecieran, y pudiesen decir. Decir la mayúscula. Entonces París terminaba, y yo pensaba seriamente que había una obligación implícita en el viaje. Pero cuanto más deprisa pasaba el tiempo más vacías quedaban esas páginas que aún a día de hoy no he podido comenzar a escribir. Hubo inocencia y sexo. Hubo también un destino de llegada, pero no hoy. Porque no es el momento. Porque no es el lugar. Porque la belleza es distinta. Tal vez en otro momento. Quizás en otro París.

domingo, 24 de junio de 2012

Escena de un domingo.




"Todo es mío y nada me pertenece,
nada pertenece a la memoria,
todo es mío mientras lo contemplo."

Wislawa Szymborska.

Reviso mis poemas. Reviso mis poemas, digo. Después me quedo vacía. Ayer, el lago y los amigos, y el coche, y una bajada de tensión y una noche de pasar miedo. Pasamos miedo y hablamos de fantasmas. Apenas pude dormir. Hoy comí en casa de una buena amiga e hicimos proyectos. Pensé en la muerte. Y como siempre los domingos, todo va deprisa, pero parece transcurrir despacio, y puede saborearse de una forma diferente al resto de los días. Hablamos del futuro. Hacemos planes bonitos. Al volver a casa, hago un cuaderno para mi hermana. Leo estos versos de Szymborska y pienso: me gustan los domingos.