jueves, 6 de marzo de 2014

"Yo soñé con arrancar la tristeza viscosa del mundo". O de cómo leí a Panero.



Estos dos versos de Leopoldo María Panero me obsesionaron durante algunos años, y con ellos encabecé el primer poema de mi poemario "Ser Pájaro" en La Escombrera, hace tres años. También otros muchos, subrayados y pegados por algunos de los rincones de mi habitación,-a modo teenager-,  me acompañaron desde el principio de mi adolescencia, y nunca me fueron indiferentes.

Todo empezó cuando tenía unos quince años, y se pusieron algo de moda unas plataformas anteriores al blog, llamadas "journal". Era el momento de pleno apogeo de Messenger, mi habitación estaba cubierta de letras de canciones de Extremoduro, Platero y Tú, Marea o Marilyn Manson, y había conseguido, quizás por azar, quizás a través de algunos amigos que me habían puesto en contacto con otros amigos, escribirme con unas pocas personas interesadas por la escritura y por la poesía. Mi pseudónimo por aquél entonces era "marea1986", y me escribía con un chico algo mayor que yo, que tenía un Livejournal, y que comenzó a hablarme de Leopoldo María Panero. 

Pasé del odio al amor, de la incomprensión al miedo leyendo toda su obra poética -ah, y también me enamoré secreta y platónicamente de ese chico que leía a Panero-. Sus poemas hablaba de sexo, de muerte, de renacimiento, de amor, de odio, de drogas, de desencanto, de violencia, de alucinaciones, y yo apenas conocía nada de todo eso, y a la vez me maravillaba y me aterraba cada verso suyo, aunque no pudiese parar de leerlo, como si fuese una especie de revelación hacia algo que yo aún no sabía, una puerta a alguna parte. Panero aludía a imágenes prerrafaelitas, a poetas románticos ingleses, al punk, al sexo y a la absenta. También hablaba de religión, o de aquél interés romántico por lo desconocido, sus provocaciones a la Iglesia, sus imágenes de infancia, su sarcasmo y su mirada hundida y ojerosa me horrorizaron y atrajeron hasta leer todas sus obras poéticas completas con el paso del tiempo, citarle en algunos de mis trabajos de investigación en la universidad, y finalmente, hace un par de años, correr a la Feria del Libro de Madrid a que me firmara su poesía completa, editada por Túa Blesa en Visor. Apenas hablaba, miraba hacia no se sabía dónde, y su editor le acompañaba indicándole todo aquello que debía hacer, vaciando cada media hora un cenicero lleno de colillas que había dejado a su lado y sirviéndole un vaso de agua de vez en cuando.

He seguido citándole hasta hace bien poco, y releyendo sus poemas con esa mezcla entre terror e hipnotismo, tristeza, desconcierto y ternura, pues creo que ningún otro poeta puede ilustrar mi adolescencia mejor que él, y que, sin sus poemas, esto quizás fuese otra historia.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Diario poético: algunos pequeños textos de las últimas semanas.





Lunes:

Alguien esperará un día un verso que arrasará como un mistral terrible, como una bandada de pájaros de papel, como un estornudo, como un ruido brutal que abatirá las puertas y entornará los silencios hasta dejarnos a todos sin una piedra mínima sobre la que asirnos, pequeños en nuestra nimiedad iniciática, en nuestra esencia primera de hormiga.

Martes:

Hace frío en algún lugar de los pulmones, pero la porcelana queda intacta. Cerámica de mí misma, caricatura, mofa, nada. Escribo “Pandora” en la palma de mi mano, y oigo truenos en el fondo de un aula vacia. Se consume Febrero como un hacha.

Miércoles:

Se posa la muerte entre mis manos, me rie mientras hablo, me mira mientras duermo. Ese destello verde.

Jueves:

Un desierto en Estados Unidos; te hago el amor, y sollozo. Mueres, o algo muere en mí, o hay algo muerto, o triste, o frio. No entiendo las ausencias pero vivo en su constante hábito, en su lento movimiento de molusco. Un frio seco, pero el dolor es viscoso.

Viernes:

Cuál es la belleza de unas manos, qué belleza, qué es belleza; No tengo dinero para el tren, mamá dice que no importa, que no me preocupe, que cada cierto tiempo hay que volver a casa. Y está en lo cierto. Pero qué es una casa, me pregunto, quién es una casa, me digo para mí.