Perfil de una joven.
Giuseppe Verdi.
Retrato de Suzy.
Cleo de Merode.
Adoro la obra de Giovanni Boldini. En general, todas las tendencias artísticas, literarias y filosóficas del siglo XIX -como sabéis los que me conocéis un poco- son mi predilección, qué le vamos a hacer, yo tenía que haber nacido en otra época.
Pero a Boldini lo descubrí más detenidamente hace unos pocos meses -gracias a algunos informes y trabajos de catalogación que he tenido que realizar en la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid- y en este tiempo he ido familiarizándome cada vez más con su obra y su estilo hasta convertirlo en uno de los -numerosos- artistas que más me atraen.
Sus retratos son la pintura de su presente. Me gustan muy especialmente sus texturas apasteladas (que se adelanta diez años a los Impresionistas, a la amistad que mantendría el pintor con Degas y con algunos otros artistas afines al Impresionismo), su gusto por modelar las figuras a través de trazos sueltos -gracias a sus exhaustivos conocimientos de dibujo- y juegos de matices de color. Me gusta que no sea un Impresionista ni un Postimpresionista, sino el verdadero pionero de la modernidad en la pintura italiana de la época. Es heredero de los Macchiaioli, un grupo de artistas florentinos, los primeros renovadores antiacadémicos de la pintura italiana, que afirman la realidad como un lugar de contrastes, de manchas de colores y de claroscuro.
Me gusta la frescura de sus pinturas, que, aunque ahora quizás pasadas algo de moda, reflejan muy bien el espíritu del momento, y sobre todo, el despertar estético de las nuevas texturas y pinceladas sueltas, suaves y frescas. Hacía falta una forma de mirar nueva para retratar la nueva realidad del XIX, y en cada lugar tiene diferentes circunstancias y se materializa de un modo distinto.
No me canso de sus obras. A pesar de su movimiento, los retratos, de fuerte personalidad, ofrecen solidez al espectador, que puede identificarse con el carácter particular de cada uno de los retratados. Joder, yo quiero ser Verdi, o ser Suzy. Yo quiero tener la piel tan blanca, los labios tan rojos y las ropas tan suaves. Yo quiero mirar como ellos. Pues eso, haber nacido en otra época.
Pero a Boldini lo descubrí más detenidamente hace unos pocos meses -gracias a algunos informes y trabajos de catalogación que he tenido que realizar en la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid- y en este tiempo he ido familiarizándome cada vez más con su obra y su estilo hasta convertirlo en uno de los -numerosos- artistas que más me atraen.
Sus retratos son la pintura de su presente. Me gustan muy especialmente sus texturas apasteladas (que se adelanta diez años a los Impresionistas, a la amistad que mantendría el pintor con Degas y con algunos otros artistas afines al Impresionismo), su gusto por modelar las figuras a través de trazos sueltos -gracias a sus exhaustivos conocimientos de dibujo- y juegos de matices de color. Me gusta que no sea un Impresionista ni un Postimpresionista, sino el verdadero pionero de la modernidad en la pintura italiana de la época. Es heredero de los Macchiaioli, un grupo de artistas florentinos, los primeros renovadores antiacadémicos de la pintura italiana, que afirman la realidad como un lugar de contrastes, de manchas de colores y de claroscuro.
Me gusta la frescura de sus pinturas, que, aunque ahora quizás pasadas algo de moda, reflejan muy bien el espíritu del momento, y sobre todo, el despertar estético de las nuevas texturas y pinceladas sueltas, suaves y frescas. Hacía falta una forma de mirar nueva para retratar la nueva realidad del XIX, y en cada lugar tiene diferentes circunstancias y se materializa de un modo distinto.
No me canso de sus obras. A pesar de su movimiento, los retratos, de fuerte personalidad, ofrecen solidez al espectador, que puede identificarse con el carácter particular de cada uno de los retratados. Joder, yo quiero ser Verdi, o ser Suzy. Yo quiero tener la piel tan blanca, los labios tan rojos y las ropas tan suaves. Yo quiero mirar como ellos. Pues eso, haber nacido en otra época.
