sábado, 24 de enero de 2015

Diario: historia inacabada de una quemadura.




Después de un fin de semana intenso, bello y de recarga de energías, la semana.

Lunes: Envío de mails, internet, llamadas. La espalda. Encierro voluntario, clase, café. Currículos. Me he quemado una mano, ha dolido y lo he olvidado. Cena. Converso con Cris y la veo al otro lado de la pantalla. Luego Lena Dunham. No tengo demasiada conciencia temporal y eso me confunde. Tengo sueño todo el tiempo. 

Martes: más emails, currículos, investigaciones internautas. Más textos y feminismos, blogs, y otras ideas. Sueño con el pasado y me despierto con gritos fuera, en la calle. Perfilo un proyecto. Hago listas. Cubrí la quemadura con una pequeña venda. Por eso ya no existe la herida, todo es un embuste y volvemos al mundo real.

Miércoles: Investigo cursos estatus y burocracias. Envío más mails y más currículos. Decido recorrer la ciudad en busca de ideas. Hablo con poetas que me entregan un señuelo. Descubro edificaciones abandonadas, como ideas, viejas, solitarias. Creo en repoblarlas, darles vida de nuevo. Ahí está el secreto. Traduzco antes de dormir. El día es productivo, ato cabos, esbozo una idea. La mano escuece y pica. Imagino una enfermedad, como un pasatiempo. Estoy agotada pero no puedo dormir. 

Jueves: Clases, alumnos, exámenes. Corrección de poemas al francés. Café, café y más café. Tarde: recibo respuestas inesperadas. Nunca he sido aprensiva. Es la herida casi un evento extraordinario y raro. Como un espacio reptiliano en el que me construyo y que dejo reposar. Como un tesoro inédito. Recito en francés mis propios textos por primera vez en mi vida, aquí. Bello encuentro por la libertad de expresión. Conozco nuevos proyectos. Poesía, España y más.

Viernes: Clases, espalda, Pero las quemaduras no cicatrizan, y termino en la farmacia con las manos vendadas. No siento dolor. El apartamento huele a crema y calefacción. Es la espalda un proyecto en sí mismo. Son las cervicales parte del verso. Se integran en mi vida como metáfora de un texto inacabado. Como un peso antiguo. Como un reto. Duermo. Clase. Conversamos sobre Grecia y sus elecciones. Comemos dátiles. Y así. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Mujeres: Tamara de Lempicka, arte, poder y queer.







Siguiendo con el tag que comencé hace un par de semanas, hoy quiero hablaros de otra mujer impactante, inteligente, lúcida, renovadora y brillante en su época, y, por cierto, una de mis artistas favoritas. Se trata de Tamara Gorska, más conocida por su nombre de casada, Tamara de Lempicka, y es prácticamente contemporánea a Kiki de Montparnasse (hablé de ella aquí). 

Pues bien, esta pintora de origen ruso es una pionera del Art Déco, y tiene una vida fascinante y una transgresora personalidad. De familia acomodada, y carácter rebelde, de pequeña muestra una facilidad por el dibujo, y evita y aborrece la escuela hasta ser expulsada. Es entonces cuando en su casa deciden enviarla con su abuela a un viaje por Europa, donde conocerá el el arte y los grandes museos de Roma o París. A su vuelta, y renegando de su madre, que se ha vuelto a casar, se instala con su tía en San Petersburgo, donde estudia artes plásticas y conocerá al joven abogado Tadeusz Lempicki, con quien se casará unos meses después. Un año más tarde estalla la revolución, aunque durante un tiempo, la economía de la familia no lo notará en absoluto. Es, sin embargo, unos meses después cuando persiguen a su marido, que es encarcelado, pero la pareja es liberada por el cónsul de Suecia, amigo de Tamara, y en consecuencia emigrarán a Copenhague y posteriormente a París. 

Es aquí donde la cosa se pone más interesante: ante la falta de trabajo de Tadeusz y su falta de resignación ante la pérdida de su acomodado estatus social, será Tamara quien, gracias a su pintura, mantenga a un marido que se resigna a trabajar y a su hija, Kizette. Su decisión es firme: se tomará en serio su carrera en la pintura, y sacará adelante a su familia. Estamos en el periodo de entreguerras: mientras sigue clases de pintura en la Académie de la Grande Chaumière con pintores nabis como Maurice Denis o aproximándose a los preceptos neocubistas de André Lothe. Conoce y admira, además, la obra de Ingres, que visita a menudo en el Louvre. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, a Lempicka no podemos englobarla en ninguna de estas categorías. Su obra comienza a hacerse cada vez más famosa y a protagonizar el Salón de Otoño, el de las Tullerías, e incluso los italianos, sobre todo en Milán. Es así como mantiene a su familia, inmortalizando, además, la vida bohemia de su tiempo. 

Pero, como decía, Lempicka tiene un carácter particular: sus personajes producen habitualmente reparo, escándalo, atracción, reticencia: se trata de personajes, generalmente femeninos, de estructura matérica y escultórica. Son mujeres voluptuosas, fuertes y con carácter, férreas. de mirada misteriosa, mujeres herederas de las femmes fatales, sensuales y caravaggiescas, enigmáticas y trágicas. Sus cuerpos son, en ocasiones, garçonnes, equívocos, queer. 

Lempicka es bisexual y no lo oculta. Ella misma dice que vive "una vida al margen de las normas sociales". En este tiempo instalada en París se divorcia, viaja por Italia, continúa exponiendo en la capital, participa en las ferias y salones más importantes del momento,  retrata y se enamora de sus modelos. Se volverá a casar en 1933 con el Barón Raoul Kuffner, un hombre adinerado, coleccionista de su obra. Recibe encargos de una gran parte de la élite económica norteamericana que frecuentaba París, y así fue como comenzó a descubrir Estados Unidos. Es en Nueva York donde aterriza tras el crack, y poco después estará haciendo castings de modelos en su estudio, jóvenes de la alta sociedad con quien Lempicka quería crear rumores. Como muchos otros artistas, de su figura se desprende un no pequeño dandismo, y un afán incansable por que la sociedad hablase de ella. Muchos de sus trabajos de la época (reinterpretaciones de Venus, vírgenes y figuras femeninas de la iconografía clásica) transgreden el cánon histórico de la mujer en el arte, pero la calidad de sus obras es distinta. Poco a poco desaparecerá del panorama artístico, y su nombre se olvidará cuando el Art Déco pasa de moda, hasta su recuperación en los años setenta.

En cualquier caso, admiro su figura porque se trata, como decía al principio, de una mujer sorprendente, sin miedos ni prejuicios, con las ideas claras y que saca adelante a una familia gracias a su pintura. Amante del éxito, del poder y del dinero, hace lo que quiere con su cuerpo y con su vida. Aunque me pregunto si su historia habría sido la misma si no se hubiese criado desde un principio en una familia acomodada y si habría recibido el mismo respeto en un entorno más lejano al lujo. ¿Qué pensais vosotros?


Más información sobre ella aquí


domingo, 18 de enero de 2015

Poema: una esperanza.




Hicimos cada uno una pequeña maleta. Cogimos el coche,
Preparamos canciones, guitarras, alimentos.
Nos alejamos del lugar extraño, -o aproximándonos
Más a la frontera,- visitamos al solitario amigo
que también
Está lejos
Más próximo a las viñas.

Pensé en Orihuela y en mi madre. Hizo frío,
Visitamos la pequeña ciudad más próxima;
Volvimos impacientes a la casa.

En la organización, temblamos algunos
Después del aguardiente,
Cercanos a la lumbre, nos arropaban
Estrofas conocidas de canciones.

Allí
Construimos un fuerte
La lengua común, la música, el asado
Compartimos el vino y dibujamos
-firmes los pasos,-

temblando, una esperanza.