"Desdentado horizonte de edificios,
ecualizan un cielo de acero, rugen
cañerías colesterolizadas,
es el cuerpo,
sin más,
escuchándose río abajo".
...
"Tenemos dos cuerpos, el visceral
y el informático, unidos por el tacto, ojalá
el cerebro tuviera la tecla escape
para salir de sí mismo, cerrar la vida
desde fuera".
...
"Sudas agua mineral, supongamos la luz
esas burbujas, supongamos zapatos que expresan
el horizonte de sucesos,
supongamos que abres la maleta y un rostro dice,
su careta, gracias".
Agustín Fernández Mallo, Antibiótico.
Me obsesionan los zapatos de Agustín Fernández Mallo. Algunas veces cuelgan de los árboles, y los lugares son cordones umbilicales de los que desarraigarse. Rastreo la iconografía del zapato. El tiempo pasa despacio. Hay un riachuelo y una suerte de espejos. Persigo los espejos y sus juegos de máscaras. Redes geométricas se entreven en la poesía de Fernández Mallo. La esperanza cóncava que se forma / al mear sobre la nieve. Es divertido, juego a sus espejos, sus emisiones de fotones, su tejido de partículas y escenas cotidianas, me miro en la fotografía y ese rostro ya nunca será mío. Entonces, miro el rostro de otra. No me pertenezco.