miércoles, 22 de abril de 2015

Miradas hacia España (I). Pequeño recorrido en quince poemas y algunas notas.

PRESO. Por siete pesetas, al cruzar un lugar solitario, me sacarán la vida los que tienen a su cargo la defensa del pueblo. ¡Y a eso llaman justicia los ricos canallas!
MAX. Los ricos y los pobres, la barbarie es unánime.
PRESO. ¡Todos!
MAX. ¡Todos! ¿Mateo, dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?

(
Valle-Inclán, Luces de bohemia).


(Y para saber más sobre este excelente pintor, - que además es mi padre- pincha aquí). 


Desde hace muchos siglos pensadores, literatos, políticos y artistas entre otros han ido construyendo un discurso muy variado a partir de cuestionarse la identidad de España y cuáles son las particularidades que constituyen su esencia. Acontecimientos políticos, religiosos, sociales... han ido cambiando el curso de la Historia a lo largo de los siglos, y este tema ha ido cambiando y reconstruyéndose a lo largo de las épocas hasta la actualidad. En los ejemplos escogidos se puede observar este cambio: España será un tema principal, la construcción y deconstrucción de un relato -tanto de los poetas que se quedan como de los que están en el exilio, en el caso del siglo XX-, mientras que a partir de la década de los cincuenta, el tema de España se encuentra de manera indirecta, más sutil en la literatura, carente de relato, y en formato fabulesco o bien inserto en una poesía de la vivencia individual y de la cotidianidad, del recuerdo, de una cierta orfandad, en el que el sentido de patria tiene menos importancia que el de familia, hogar, herencia o rutina. Desaparece entonces la personificación de España, los vocativos, en definitiva, los grandes relatos.

Además, hay que tener en cuenta que con la llegada de la llamada "literatura de la memoria", de la que la poesía no hizo un eco tan directo como el de la narrativa, el tema de España, Historia, memoria e identidad, se muestran fragmentados, individuales, experiencias aisladas con las que reconstruir un mosaico de testimonios de lo que sería lo más cercano a una definición de la identidad del país, nunca definitiva ni objetiva. 

Desde Velázquez, Quevedo o Cervantes hasta los movimientos artísticos y literarios de hoy en día, pasando por la Ilustración, la pérdida de las colonias, las generaciones de finales del XIX y principios de siglo XX hasta hoy se han preguntado qué es lo genuino de España, su germen, su autenticidad sin artificios, y qué destino le espera al país. He querido comenzar aquí con un pequeño recorrido -subjetivo, como todo en la vida y en los blogs- en quince poemas por este tema que, directa e indirectamente, ha protagonizado buena parte del debate artístico de la Historia del país. Aquí os los dejo.


1.- Francisco de Quevedo: SONETO XVII

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.


Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.


Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.


Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese el recuerdo de la muerte.


Este célebre soneto barroco de uno de los más famosos poetas en lengua española de todos los tiempos se encuadra en un contexto de crisis (escrito en 1648), en el que todo lo que era sólido (la religión, el Estado, la unidad de España y su concepto mismo de nación) se encuentra frente al espejo con su propia antítesis, una España vencida y decadente. 
Se trata, aún así, de una experiencia casi universal de la patria, en la que España es una idea, aunque una idea desencantada, artificial, fragmentada, penosa. Quevedo muestra su desencanto ante la desastrosa política del siglo XVII (pértida de población, ruina del campesinado, descenso de la productividad agraria, comercial e industrial, la generalizada crisis social y política, personificada en la aparición de la figura del valido...) Felipe IV, la pérdida de Portugal, las rebeliones internas en Vizcaya, Andalucía y Cataluña, etcétera.


2.- Gaspar Núñez de Arce: A ESPAÑA:


Roto el respeto, la obediencia rota,

de Dios y de la ley perdido el freno,
vas marchando entre lágrimas y cieno,
y aire de tempestad tu rostro azota.
Ni causa oculta, ni razón ignota
busques al mal que te devora el seno;
tu iniquidad, como sutil veneno,
las fuerzas de tus músculos agota.
No esperes en revuelta sacudida
alcanzar el remedio por tu mano
¡oh sociedad rebelde y corrompida!
Perseguirás la libertad en vano,
que cuando un pueblo la virtud olvida,
lleva en sus propios vicios su tirano.


Núñez de Arce no solamente fue poeta, sino también cronista de la época y ensayista, desempeñó cargos políticos en el partido de Sagasta y fue cronista de la Guerra de África, entre 1859 y 1860, en definitiva, una época muy turbulenta caracterizada por las disputas coloniales. Es una escritura desencantada de los problemas que estaba atravesando España, cubierto de una estela de fuerte moralización. España es, entonces, una lucha moral contra sus propios demonios.  


3.- Antonio Machado: EL MAÑANA EFÍMERO. 

La España de charanga y pandereta,

cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta. 
El vano ayer engendrará un mañana

vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,

vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero,
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahito

de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,

la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,

España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.


Con Antonio Machado y este poema aparece entre esto ejemplos el recurrente tema de las dos Españas que tanto tratarán artistas, literatos e historiadores. El poema, de 1913, pertenece a Campos de Castilla, que data de 1912 al que éste, junto con algunos otros poemas, fue añadido posteriormente. En Campos de Castilla, y en su obra en general, Machado este tema de España, social y político, tiene cierto enfoque regeneracionista y noventayochista, en el que el poeta reflexiona sobre la Historia de España, o las Historias. Existe una España noble y otra rancia e hipócrita, una moderna, ilustrada, internacional, que se despierta, y otra local y paleta, rancia y supersticiosa, enraizada a la religión y las jerarquías clericales y absolutistas. Pero para él, es la España creativa la que toma impulso, la moderna, la innovadora, la hija de la Ilustración, la de la Institución Libre de Enseñanza, la de la cultura, el nervio y el progreso.


4.- Joan Maragall: ODA A ESPANYA


Escolta, Espanya, — la veu d’un fill

que et parla en llengua — no castellana:
parlo en la llengua — que m’ha donat
la terra aspra;
en ‘questa llengua — pocs t’han parlat;
en l’altra, massa.

T’han parlat massa — dels saguntins

i dels qui per la pàtria moren;
les teves glòries — i els teus records,
records i glòries — només de morts:
has viscut trista.

Jo vull parlar-te — molt altrament.

Per què vessar la sang inútil?
Dins de les venes — vida és la sang,
vida pels d’ara — i pels que vindran;
vessada, és morta.

Massa pensaves — en ton honor

i massa poc en el teu viure:
tràgica duies — a mort els fills,
te satisfeies — d’honres mortals
i eren tes festes — els funerals,
oh trista Espanya!

Jo he vist els barcos — marxar replens

dels fills que duies — a que morissin:
somrients marxaven — cap a l’atzar;
i tu cantaves — vora del mar
com una folla.

On són els barcos? — On són els fills?

Pregunta-ho al Ponent i a l’ona brava:
tot ho perderes, — no tens ningú.
Espanya, Espanya, — retorna en tu,
arrenca el plor de mare!

Salva’t, oh!, salva’t — de tant de mal;

que el plor et torni feconda, alegre i viva;
pensa en la vida que tens entorn:
aixeca el front,
somriu als set colors que hi ha en els núvols.

On ets, Espanya? — No et veig enlloc.

No sents la meva veu atronadora?
No entens aquesta llengua — que et parla entre perills?
Has desaprès d’entendre an els teus fills?
Adéu, Espanya!

y su traducción (por José Batlló):


Escucha, España, la voz de un hijo
que te habla en lengua no castellana;
hablo en la lengua que me ha legado
la tierra áspera;
en esta lengua pocos te hablaron;
en la otra, demasiado.

Demasiado de los saguntinos
y de los que mueren por la patria;
y por tus glorias y tus recuerdos,
recuerdo y gloria de cosas muertas,
triste has vivido.

De distinta manera quiero hablarte.
¿Por qué derramar la sangre inútil?
La sangre es vida, si está en las venas,
vida hoy, vida para los que vengan;
vertida, es muerte.

Demasiado pensaste en tu honor
y escasamente en tu vida:
tus hijos, trágica, diste a la muerte.
Mortales honras te satisfacían;
tus fiestas eran tus funerales,
¡oh triste España!

Yo vi barcos zarpar repletos
de hijos que a la muerte entregabas:
sonriendo iban hacia el azar,
y tú cantabas junto a la mar
como una loca.

¿Dónde tus barcos? ¿Dónde tus hijos?
Pregúntalo al Poniente, a la ola brava:
perdiste todo, a nadie tienes.
¡España, España, vuelve en ti,
rompe el llanto de madre!

Sálvate, sálvate de tantos males;
que el llanto te haga alegre, fecunda y viva;
piensa en la vida que te rodea;
alza la frente,
sonríe ante los siete colores del iris.

¿Dónde estás España, dónde que no te veo?
¿No oyes mi voz atronadora?
¿No comprendes esta lengua que entre peligros te habla?
¿A tus hijos no sabes ya entender?
¡Adiós, España!


Considerado uno de los padres de la poesía modernista catalana, y uno de los poetas más importantes en esta lengua, he escogido este poema de 1898, año mismo del desastre colonial. El poema forma parte de "Els tres cants de la guerra". He escogido este poema por tratarse de una perspectiva distinta de la España del 98, en lengua catalana y desde Cataluña: para Maragall el estado español en su estructura está anticuado y obsoleto, y aboga por una internacionalización, una europeización y por la defensa de la independencia catalana, así como critica el exceso pensar en la identidad propia del país y en sus glorias antiguas, y desentenderse del futuro y de la vanguardia. También la inutilidad de las guerras y el militarismo, la defensa de la lengua catalana y y el poema es además un grito a la modernización.


5.- Rafael Alberti: TORO EN EL MAR



1


A aquel país se le venían diciendo
desde hace tanto tiempo .
Mírate y lo verás .
Tiene forma de toro
de piel de toro abierto ,
tendido sobre el mar .

( De verde toro muerto )

2

Mira , en aquel país
ahora se puede navegar en sangre .
Un soplo de silencio y de vacío
puede de Norte a Sur , y sin dejar la tierra ,
llevarte .

3


Eras jardín de naranjas .
Huerta de mares abiertos .
Tiemblo de olivas y pámpanos ,
los verdes cuernos .

Con pólvora te regaron
Y fuiste toro de fuego

5


Sobre un campo de anémonas,
cayó muerto el soldado.
Las anémonas blancas,
de grana lo lloraron.
De los montes vinieron jabalíes
y un río se llenó de muslos blancos.

1
Eras jardín de naranjas.
Huerta de mares abiertos.
Tiemblo de olivas y pámpanos,
los verdes cuernos.

Con pólvora te regaron.
Y fuiste toro de fuego.

2
Le están dando a este toro
pastos amargos,
yerbas con sustancia de muertos,
negras hieles
y clara sangre ingenua de soldado.
¡Ay, qué mala comida para este toro verde,
acostumbrado a las libres dehesas y a los ríos,
para este toro a quien la mar y el cielo
eran aún pequeños como establo!

3
Habría que llorar.
Sólo ortigas y cardos,
y un triste barro frío,
ya siempre, en los zapatos.
Cuando murió el soldado,
lejos, escaló el mar una ventana
y se puso a llorar junto a un retrato.
Habría que contarlo.

4
… y le daré, si vuelve, una toronja
y una jarra de barro vidriado,
de esas que se parecen a sus pechos
cuando saltan de un árbol a otro árbol.
Pero en vez del soldado
sólo llegó una voz despavorida
que encaneció el recuerdo de los álamos.

5
¡Ay, a este verde toro
le están achicharrando, ay, la sangre!
Todos me lo han cogido de los cuernos
y que quieras que no me lo han volcado
por tierra, pateándolo,
extendiéndolo a golpes de metales candentes,
sobre la mar hirviendo.
Verde toro inflamado, ¡ay!
que llenas de lamentos e iluminas, helándola,
esta desventurada noche
donde se mueven sombras ya verdaderamente sombras,
o ya desencajadas sombras vivas
que las han de tapar también las piedras.
¡Ay, verde toro, ay,
que eras toro de trigo,
toro de lluvia y sol, de cierzo y nieve,
triste hoguera atizada hoy en medio del mar,
del mar, del mar ardiendo.

He escogido esta serie de poemas de Alberti como testimonio una visión sobre España desde el exilio. Además, no lo hago inocentemente, en este momento trabajo con Mots Passants, una asociación de poesía de Montpellier en la organización de un recital organizado por el ayuntamiento de Montpellier en la Comédie du Livre (Feria del libro) de Mayo. Copio las dos elegías, puesto que a la hora de buscar este poema en español hemos encontrado dos versiones distintas. Éste es uno de los poemas que leeremos en bilingüe, y recupero además la metáfora del toro, que ha sido ya tan manida a lo largo de la Historia de la cultura, a través de la cual Alberti construye una elegía de gran fuerza en la que retrata una España que, si antiguamente fue fértil ahora es ceniza, tristeza y esterilidad. Hace también hincapié en la importancia del relato de España, en la manera de escribir y contar el país y su Historia. Recuerda a la poesía de Miguel Hernández y anticipa lo que será la poesía social española de Blas de Otero.

6.- Miguel Hernández: COMO EL TORO.




Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.


7.- Miguel Hernández (II): VIENTOS DEL PUEBLO



Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.


8.- Miguel Hernández, MADRE ESPAÑA

Abrazando a tu cuerpo como el tronco a su tierra,
con todas las raíces y todos los corajes, 
¿quién me separará, me arrancará de ti, 
madre?

Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,
si su fondo titánico da principio a mi carne?
¡Abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa, 
¡nadie!

Madre: abismo de siempre, tierra de siempre, entrañas
donde desembocando se unen todas las sangres:
donde todos los huesos caídos se levantan;
madre.

Decir madre es decir tierra que me ha parido;
es decir a los muertos: hermanos, levantarse;
es sentir en la boca y escuchar bajo el suelo
sangre.

La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.
Es otro pecho, es una burbuja de tus mares.
Tu eres la madre entera con todo tu infinito, 
madre.


Tierra: tierra en la boca y en el alma y en todo.
Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.
Con más fuerza que antes volverás a parirme,
madre.


Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella, 
volverás a parirme con más fuerza que antes.
Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:
¡Madre!


Hermanos: defendamos su vientre acometido,
hacia donde los grajos crecen de todas partes,
pues, para que las malas alas vuelen, aun quedan 
aires.

Echad a las orillas de vuestro corazón
el sentimiento en límites, los efectos parciales.
Son pequeñas historias al lado de ella, siempre
grande.


Una fotografía y un pedazo de tierra,
una carta y un monte son a veces iguales.
Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,
madre.


Familia de esta tierra que nos funde en la luz,
los más oscuros muertos pugnan por levantarse,
fundirse con nosotros y salvar la primera
madre.


España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos
de dolor y de piedra profunda para darme:
no me separarán de tus altas entrañas,
madre.


Además de morir por tí, pido una cosa:
que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,
vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,
madre.

¿Qué decir sobre Miguel Hernández? Sé que no soy objetiva y escoger tres poemas del mismo autor es un poco desequilibrado, pero es remarcable que pocos poetas han sentido España como lo hizo Miguel Hernández. Encuadrado entre la generación del 27 y la del 36, el poeta comunista muere en la prisión de Alicante en 1942, a los treinta y dos años. Hernández mira a España con franqueza, con fe, con la mirada de un hijo, humilde y sin pretensiones. Ante un trágico telón de fondo, Hernández nos plantea a lo largo de toda su poesía las contradicciones de esta patria-madre: un lugar fatigado y fatigoso a la par que creador y creativo, frustrante y entusiasta, y mira a España con ojos espectantes por una renovación. Esto se hace también muy presente a través de sus paisajes: la alusión a los paisajes levantinos, los cultivos frutales, la luz o los árboles (las higueras) representan este fuerte enraizamiento natural con su propia tierra.


9.- Miguel Labordeta: 


Fue en la edad de nuestro primer amor,
cuando los mensajes
son propicios al precoz embelesamiento
y los suaves atardeceres
toman un perfume dulcísimo
en forma de muchacha azul
o de mayo que desaparece,
cuando unos hombres duros como el sol del verano
ensangrentaban la tierra
blasfemando de otros hombres
tan duros como ellos;
tenían prisa por matar para no ser matados
y vimos asombrados
con inocente pupila
el terror de los fusilados amaneceres,
las largas caravanas de camiones desvencijados
en cuyo fondo los acurrucados individuos
eran llevados a la muerte
como acosada manada;
era la guerra, el terror, los incendios,
era la patria suicidada,
eran los siglos podridos reventando;
vimos las gentes despavoridas
en un espanto de consignas atroces;
iban y venían, insultaban, denunciaban, mataban,
eran los héroes, decían golpeando
las ventanillas de los trenes repletos de su carne de cañón;
nosotros no entendíamos apenas el suplicio
y la hora dulce de un jardín con alegría y besos;
fueron noches salvajes de bombardeo, noticias lúgubres,
la muerte banderín de enganche cada macilenta aurora;
y héteme aquí solo ante mi vejez más próxima
preguntar en silencio
¿qué fue de nuestro vuelo de remanso,
por qué pagamos las culpas colectivas
de nuestro viejo pueblo sanguinario;
quién nos resarcirá de nuestra adolescencia destruida
aunque no fuese a las trincheras?

Vanas son las preguntas a la piedra
y mudo el destino insaciable por el viento;
mas quiero hablar aquí
de mi generación perdida,
de su cólera, paloma en una sala de espera con un reloj
parado para siempre;
de sus besos nunca recobrados,
de su alegría asesinada
por la historia siniestra
de un huracán terrible de locura.


Miguel Labordeta nos presenta una "Patria suicidada": Hermano del cantautor y político aragonés José Antonio Labordeta, el poeta nos presenta una España fratricida, en la que esa diferencia machadiana de las "dos Españas" desaparece, para dar paso y hacer hincapié en el sinsentido de la guerra y las divisiones fratricidas del país, desde el recuerdo de un niño.  Encuadrado dentro de las generaciones de la posguerra, Labordeta nos presenta una España en la que el propio concepto de Historia se ha quebrado, dando paso a la fragmentación, al caos y al sinsentido, desde un sentimiento de horfandad, de lejanía involuntaria de la patria en relación también con los recuerdos de infancia. Es España una idea desgarrada, desarticulada, a la que el autor mira con pena, desconfianza y resignación existencialista.


10- Gabriel Celaya: ESPAÑA EN MARCHA

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.


Encuadrado también en la poesía española social de posguerra, Celaya nos presenta a menudo a lo largo de su obra su preocupación por la identidad española y su devenir. En este poema, publicado en los años cincuenta, Celaya nos ofrece la visión de una España con la que intenta esquivar la censura, adoptando un tono patriótico, aunque no sea a la idea unificadora de España a quien cante, sino al pueblo y las gentes de España. Aquí continuamos con la brecha de una época: la "idea" de España, la época de las grandes ideas y proyectos, las grandes palabras y las mayúsculas se terminó, ahora España, la patria es un espejo roto, con múltiples perspectivas, gentes y circunstancias individuales que Celaya quiere unir y rendir homenaje en un ensamblaje de carácter común. 


11.- José Ángel Valente (I): SERÁN CENIZA


Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón 
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,

y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida

y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha cedido a modo de esperanza.


12.- José Ángel Valente (II): EL HOMBRE PEQUEÑITO


El hombre pequeñito

saludó al muy solemne,
sacó una servilleta
y dibujó un gran mapa
de su pequeña patria.

                                 Puso en ella

barquitos de papel, colores, árboles,
unos peces azules
nadando en la mañana
y hasta un pájaro pinto.

El muy solemne extrajo

del profundo chaleco
dos soldados de plomo

                                   El pequeñito

recogió con cuidado
de no perder migaja
su patria servilleta
y se fue como vino.

El vencedor pestañeó perplejo

con sus sólidos párpados de palo.

Comento así los dos poemas que he escogido de Valente, escritos ambos en este periodo de posguerra que clasificaremos entre los años cuarenta e inicios de los cincuenta. Cada uno de los poemas escrito en un tono distinto (el primero grave, el segundo irónico y paródico) nos presentan España como un desierto a partir del que hay que comenzar una búsqueda de una serie de valores que han sido despedazados, y frente a cuyo desastre no nos queda apenas esperanza en el futuro. El segundo poema no es más que, en tono paródico, una audaz metáfora de las dos Españas aún vigentes. Pero es interesante ver cómo en el caso de Valente ya la poesía no busca respuestas, sino exponer así las heridas no resueltas y dejarlas secar.


13.- Carmen Conde: EN LA TIERRA DE NADIE:


En la tierra de nadie, sobre el polvo
que pisan los que van y los que vienen,
he plantado mi tienda sin amparo
y contemplo si van como si vuelven.
Unos dicen que soy de los que van,
aunque estoy descansando del camino.
Otros "saben" que vuelvo, aunque me calle;
y mi ruta más cierta yo no digo.
Intenté demostrar que a donde voy
es a mí, sólo a mí, para tenerme.
Y sonríen al oír, porque ellos todos
son la gente que va, pero que vuelve.
Escuchadme una vez: ya no me importan
los caminos de aquí, que tanto valen.
Porque anduve una vez, ya me he parado
para ahincarme en la tierra que es de nadie.

Tal vez (o al menos eso espero) os preguntaréis dónde están las mujeres en esta selección. Debo confesar que he tenido bastantes dificultades no solamente para profundizar en los documentos sobre algunas mujeres escritoras, sino sobre todo para encontrar mujeres poetas que tratasen este tema a lo largo de la Historia. Es, claro está, algo específico, pero resulta bastante desmoralizante no encontrar con facilidad este tipo de documentos, también porque se trata de un género al que se le ha dado menos importancia históricamente -sobre novela y ensayo del tema encontramos muchas más cosas en lo que respecta a las mujeres-. 
Dicho esto, y en lo que respecta al tema de España, no podía faltar este poema en nuestra lista, en el que, sin ninguna pretensión de universalización, Conde nos presenta, al contrario, una vivencia de España implícita en el concepto de la tierra -jugando con su ambivalencia: tierra como materia y como patria- en la que se instala en una posición y actitud de desarraigo, únicamente unida a su propio yo y a su propia vivencia personal. Se trata de una España vacía de contenido unificador, es solamente un lugar geográfico, y la creencia y esperanza de Conde se encuentra en su independencia e individualidad. 


14.- Paca Aguirre: HACE TIEMPO:

A Nati y Jorge Riechmann

Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.

Sé que una vez, cuando era niña,
el mundo fue una tumba, un enorme agujero,
un socavón que se tragó a la vida,
un embudo por el que huyó el futuro.

Es cierto que una vez, allá, en la infancia,
oí el silencio como un grito de arena.
Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,
se me calló la sangre, como si de improviso,
sin entender por qué, me hubiesen apagado.

Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:
un asombro tan triste como la triste muerte,
una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.
Y un odio lacerante, una rabia homicida
que, paciente, ascendía hasta el pecho,
llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.

Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,
cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,
y yo estaba segura de que un día mi padre volvería
y mientras él cantaba ante su caballete
se quedarían quietos los barcos en el puerto
y la luna saldría con su cara de nata.

Pero no volvió nunca.
Sólo quedan sus cuadros,
sus paisajes, sus barcas,
la luz mediterránea que había en sus pinceles
y una niña que espera en un muelle lejano
y una mujer que sabe que los muertos no mueren.


Paca Aguirre, inclasificada dentro de todos los encuadres generacionales, aunque por cronología perteneciente a la quinta de los cincuenta, nos ofrece una perspectiva independiente, dentro de esta época donde la concepción de la Historia es ya un cristal hecho pedazos. Y por esta razón, podemos decir que tiene rasgos comunes con esta nueva literatura "de la memoria" que pretende dar voz a los relatos en minúscula y así crear un mosaico con el que construir un nuevo mapa de España a través de los recuerdos y las vivencias personales.

15.- Sara Herrera Peralta: BLUES NEGRO



Hablo de los hombres y mujeres que han perdido
la voz entre las rejas de una casa,
hablo de los valientes que fueron valientes
cuando alguien les llamó traidor o de un bando
que no era el bando del ganador.

Hablo del que lleva la rosa clavada entre los dientes
y las manos atadas con esposas,
hablo del niño que corrió campo a través
para buscar a sus abuelos, 
enterrados nadie sabe dónde.

Hablo de lo mismo que hablan las generaciones
pasadas a pesar de que este mundo
intuya que el olvido es un arma de fuego
contra todo aquel que lucha.

No me traigan modas ni tendencias,
de lo que yo hablo es de lo mismo que han hablado
mis padres con sus padres
o mis abuelos con los suyos.

Cuando hablo de esos hombres y mujeres
que han perdido todo o casi todo,
hablo desde la lejanía del mundo,
desde esta angostura que atraviesa
ciudades, rostros y países
respondiendo a esos que insisten 
en que hay que ser moderno.

Hablo de lo mismo que tú hablarías
de no haber sido yunque o piedra
frente al hombre que murió de espaldas,
fusilado frente a un muro.

Y hablo de esos hombres y mujeres
porque todavía están llamándonos los muertos 
y saben nuestros nombres.




Y dentro de esta lista, quería terminar, por hoy, con una de las poetas actuales que más admiro personalmente y que creo que es representativa en lo que respecta a su mirada hacia España y su compromiso con el pasado, el presente y el futuro. Sara Herrera Peralta escribe la historia de su familia a través de sus cuerpos (los pliegues en el rostro de sus abuelos, la fisonomía de sus manos, sus miradas, sus gestos cotidianos) y es desde este tipo de imágenes concretas, detallistas, de álbum de fotografías o cuaderno de esbozos a través del cual nos transporta a la problemática del país, reivindicando la memoria como arma para construir el futuro, y que representa a una buena parte de las nuevas generaciones. Este poema suyo es inédito y saldrá en su próximo libro.


Y aquí termino esta primera parte de una pequeña serie de miradas hacia España a través de sus artes.

Y vosotros, ¿conocéis poetas mujeres que hablen de este tema? Si es así, os agradecería mucho que me las recomendaseis en los comentarios, o simplemente, que me dejaseis un pequeño mensaje con vuestras impresiones. ¡Gracias!