jueves, 24 de febrero de 2011

El abismo.


Hay cuadernos malditos y papeles enfermos. Hay cuadernos que no pueden terminarse, que no pueden escribirse. Y entre la mano y el papel hay un muro enorme, un lodazal, un abismo inconmensurable.
Y cuanto más se intenta atravesar, más imposible, y más duro, y más insano. Sobre todo, insano.
Hay cuadernos que no pueden ser terminados. Y hay papeles que no pueden ser escritos.

Y aquí un extracto de un poemita que escribí ayer mismo:

De tanto pensarte he borrado tu rostro (...)
me he quedado detalles que no importan (...)
Y nada más me queda (...).

lunes, 21 de febrero de 2011

Esfinge de tabaco



"La que huye. La que persigue y huye,

la que entierra las huellas de otros dedos,

la que ignora los cantos,

la que un día comulgó los excrementos de la derrota y aún así

volvió a caminar."


María Rosal.





El sabor del tabaco es uno de los placeres más maravillosos que existen en días como hoy, en los que despierto con pesadillas, cuesta respirar, y la enfermedad me llega hasta los huesos. Me gusta el sabor enfermizo del tabaco, como un regalo, como una bendición, como un sedante. Conversar con el poeta también es un bálsamo, una suerte encontrarnos, un viaje esta enfermedad y el tabaco un placer, un ahora, la esquina dulce de la pesadilla, un porvenir, el humo, un silencio, un recuerdo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Allá donde se cruzan los caminos.



Sabina dijo muy bien que en Madrid las niñas ya no quieren ser princesas, Quique González hablaba de que las calles de Madrid eran para fumarlas a medias, y Dámaso Alonso dijo que Madrid era una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).

Hoy me quedo con Sabina y con Alonso, y con Luis García Montero, que diría: esta ciudad me invita a desearte.