miércoles, 4 de febrero de 2015

La nieve y otras miradas al futuro.



Escribo como quien nada se dice a sí misma, sino al mundo blanco dentro. La sílaba, esa pequeña molécula de espanto en el paladar. Esperamos la nieve como las cucarachas en su nido. También busco el refugio, como tantos otros. Nada tengo de especial, nada de rara. La cotidianidad viene plagada de eso en estos días de invierno, nubes, espera: no espero. Ligera cicatriz la de la piel de ciervo palpitada. Cada significante un dardo preciso. Algunos días el idioma nos moldea a nosotros. Por eso, piedras. Por eso estar así dentro del ovillo. Así, sin molestar al felino que no tengo, construyo una fe. Dónde mañana: no un cobre, no un metal. Pero es así como miro al futuro: Si un dios existiese sería canto, asamblea, voces; su presencia en la de todos; su mano en el aplauso. Si dios existiese, digo, sería futuro: es construir la palabra y la Historia no acompaña en los pilares de la lucha. Queda el brazo extendido a los hermanos, el alma blanca de niebla, y expectante, un lenguaje común. Es proyecto la fe, y un día llegará, aunque no la lleguemos a ver con nuestros ojos, sino con los de los nietos. Huracán incierto aquél de la nieve. Por eso espero. Es futuro la fe: si Dios existiese, sería idea.