viernes, 18 de mayo de 2012

Frontera (o un homenaje a Paca Aguirre).





Anoche estuve en el Ateneo Cultural Primero de Mayo, en el homenaje a Paca Aguirre, excelente poeta tardíamente reconocida y galardonada el año pasado con el Premio Nacional de Poesía por su obra Historia de una Anatomía. Muchos de mis poetas favoritos leyeron algunos versos de la escritora, y le dedicaron palabras de admiración y aprecio, como Juan Carlos Mestre, Olvido García Valdés y por supuesto Guadalupe Grande. Al final del acto, habló Paca. Sus sabios 82 años hablaron de la bondad, de las ganas de vivir, de la familia. Habló de que el dolor es un arma poderosísima, es un arma que puede transformarse en vida, y de que la vida hay que compartirla. Uno de los momentos más bonitos de la noche fue la lectura por parte de Félix Grande del poema en que pide a Lorenzo Aguirre, setenta años después de su muerte por garrote vil, la mano de su hija ante su tumba, Cuelgo el poema a continuación:


El desterrado del Espasa



He venido a pedirle a usted la mano de su hija.
Permítame que me presente: tengo
Sesenta y tres años cumplidos. Mi padre
Defendió a tiros la República.
Tras la derrota tuvo suerte:
No le dieron garrote vil.
De los ocho hijos que engendró
En el vientre de nuestra madre
Vivimos cinco, todos varones. Todos cinco
Queremos mucho, don Lorenzo, a Paquita, la hija de usted.
Y yo además la necesito: para durar,
Para iluminar mi escalera,
Para morir sin odio.
Vengo a pedirle la mano de su hija.
La vida sigue, don Lorenzo. A Paquita y a mí
Nos nació Guadalupe. Espere. Traigo en mi billetera
Una fotografía de su nieta de usted… aquí está.
¿Verdad que es preciosa, dios mío?
Y es aún mayor la belleza de su conciencia.
Deduzco que ha heredado ese ardimiento,
Ese don de vivir en justicia,
Esa tonalidad, ese gen suntuoso,
En la conducta de sus dos abuelos:
Como si en el mantel de las neuronas de mi hija
Usté y mi padre jugasen interminablemente
Desde hace siglos, una partida de ajedrez
En la que los peones comen a dos carrillos,
Beben vino, regüeldan, leen buenos libros,
Duermen en paz, madrugan, trabajan sonriendo…
Mire a su nieta Guadalupe: la vida sigue:
No pudieron con usted, don Lorenzo.
En la cárcel de Porlier, en el año 1942
Le pusieron a usted la muerte sobre la garganta.
Le dieron vueltas a una manivela.
Lo asesinaron: y no pudieron con usted.
Téngalo por seguro: no pudieron.
Vengo a pedirle a usted la mano de su hija.
…le cuento: aquella niña con un ramo de flores
Arrodillada y aterrada
Ante la hija del general Franco…
[fue inútil: no quisieron conmutarle a su padre
La pena de muerte, una pena inmortal,
Por años de prisión, los que fueran… contemplo
A su hija, don Lorenzo, arrodillando
Sus doce años menos ciento tres días.
Susy y Margara no se atreven a jadear.
Mi mujer le entrega aquel ramo de flores
A Carmencita Franco, por su onomástica…
Por cierto, don Lorenzo: ¿A cuento de qué lo ejecutaron?
¿Exterminaban en el pintor Lorenzo Aguirre
A la Institución Libre de Enseñanza, a la República,
A las pajaritas de papel que Miguel de Unamuno
Le enseñó a usted a manufacturar
Con las uñas pulgares y con un alfiler?
¿A cuento de qué lo mataron a usted, a tres años
De acabada la guerra? ¿Qué ganaron con ese crimen?
¿Qué disfrute obtuvieron con toda una familia de dolor?
¿Y a qué venía la orden de retirar su nombre del Espasa?]
…como le iba diciendo, aquella niña arrodillada
He aquí que hoy está al borde de sus ochenta años
¡lo que es el tiempo, qué resistente, qué robusto,
Con él no pueden ni el horror ni el crimen!
¡y qué tristeza siente en su alma el tiempo
Cuando por fuerza no lo puede todo!
Me refiero, don Lorenzo, a que Francisca Aguirre
No logró nunca hacer el duelo. Sépalo: nunca.
Al tres por dos usted regresa y llena su memoria
De angustia infancia espanto y lágrimas de oro:
Fíjese: incluso en esas ocasiones
También le sale afuera la luz del corazón.
Lo que quiero decir es que esa niña de rodillas,
Como sin darse cuenta, sin un ruido,
De forma muy misteriosamente natural
(y desde ya hace más de medio siglo, se dice pronto)
Se esfuerza en enseñarme, a base de paciencia,
La asignatura de la serenidad.
¡Qué le parece, don Lorenzo! ¿Comprende usted
Por qué he venido viejo al pie de su cadalso,
Por qué provengo desde dos mil diez
Al seis de octubre del cuarenta y dos
Pian pianito, pasito a paso cerca de la noche?
Va a amanecer, Lorenzo. Te van a ejecutar.
Menos mal que he llegado a tiempo.
He venido a traerte el medio siglo de viudez
Y de coraje maternal que ejerció tu mujer
Antes de irse contigo, cansadita, orgullosa.
He venido a traerte en caudal a dos manos
Abrazos testarudos de las tres niñas de tus ojos.
He venido a traerte en mi bandeja genealógica
Saludos de mi padre desde debajo de su tumba.
He venido a traerte, firmada y rubricada,
La certidumbre nuestra sobre tu dignidad.
Y he venido a traerte aquesta pajarita de papel
Para que en ella vuele la memoria de ti
Por los biznietos de los nietos
Hasta que sobre el aire quede escrito tu nombre:
“¡aguirreaguirreaguirre…!”
Así, trino y Lorenzo a lo largo de España.
Ya amanece, Lorenzo, amigo mío.
Ya vienen. Te tocan en el brazo. Caminas.
Te sientas. Le sonríes con piedad al verdugo.
Soy un viejo. Dos ojos. Un grito. Una memoria.
He venido a pedirte la mano de tu hija.

Dejo a continuación dos de mis poemitas favoritos de Paca:


Frontera

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,

que fui-que soy-la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis-que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en este tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

Yo, que vengo pagando mi imprudencia,
que le debo a mi prisa mi miseria,
que hube de trocear mi corazón en mil pedazos
para pagar mi puesto en el desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una vez a la frontera.


Yo, que tanto me había anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo para pagar
en monedas de sangre y de desdicha
qué pueden importar algunos años).
Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.


Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.

Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.

(Oh tiempo miserable e injusto.)

Estuve allí-quizá lo vi-
Pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.
Don Antonio era viejo
Y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)






LAS MANOS



Pensamos porque tenemos manos
Anaxágoras
Me ha costado muchísimo educarlas
y no estoy muy segura de haberlo conseguido
porque la mayor parte de las veces
actúan por su cuenta se disparan
es como si tuvieran vida propia.
Algunas veces he pensado que solapadamente
sin darle cuenta a nadie
es decir sin decírmelo a mí
que al fin y al cabo soy su dueña
estas dos lagartijas estas aficionadas al tanteo
han conseguido nadie sabe cómo
elaborar una Constitución y no contentas con eso
han llevado adelante un Estatuto
lo que supone para mí un auténtico caos.
Porque no hay forma de poner de acuerdo
a estas dos desgraciadas a estas dos inconscientes
que se pasan la vida peleando
defendiendo con verdadera saña sus derechos:
la solidaridad insobornable de la izquierda
el orden la cordura y el respeto que para sí reclama la derecha.
Mientras el cuerpo el miserable cuerpo del que viven:
el tronco las axilas los brazos y los antebrazos las muñecas
no encuentran la manera de aplacarlas
de hacerles entender que si se empeñan
esto va a terminar en un entierro.
Que lo mejor sería que empezaran
a sacarle provecho a la distancia
al espacio que las separa equitativo
y a disfrutar del ritmo que produce
unirse de improviso una con otra
y jalear alegremente el hecho sorprendente y audaz
de que por fin la vida nos acerque aunque sea tan sólo
de manera fugaz como era de esperar.



lunes, 14 de mayo de 2012

No somos menos. (15-M bis)




No somos menos que el año pasado. Que no acampemos en la plaza o no estemos todo el día sentados en la Puerta del Sol no significa que seamos menos. Si acampásemos se nos criticaría de incívicos, si no acampamos, se dice que no somos más que cuatro manifestantes. A ver en qué quedamos. Tengo amigos que el año pasado no querían unirse a las manifestaciones porque no estaban de acuerdo con la acampada, y este año están dejándose caer por la puerta del Sol y sus alrededores. Tengo compañeros que están de acuerdo y no han podido asistir aún. Gente de izquierdas, gente de derechas. La gente no está indignada, está muy cabreada, está furiosa. Hay estadísticas fiables que dicen que más del 65 por ciento de los españoles está de acuerdo con lo que en estas protestas se reivindica y con lo que se pide, que no es otra cosa que transparencia política, una mínima justicia y dignidad social y una reforma de la ley electoral. No somos menos que el año pasado. Hay asambleas en cada plaza y gente que se deja caer por el centro de las movilizaciones a todas horas, aunque no haya concentraciones determinadas, es imposible medir la cantidad de personas que se unen a las protestas a lo largo de todo el día. En la puerta del Sol caben cerca de cuarenta mil personas, que, el pasado sábado llenábamos la plaza y sus alrededores, a pesar de que la Sra. Aguirre decidiera obstruir el tránsito con vallas, un millón de coches de policía, autobuses de la Comunidad de Madrid, furgonetas de prensa y andamios, y decir que somos como máximo treinta mil perroflautas. Hay gente cansada, gente que apoya las manifestaciones pero que no participa en ellas. Hay personas que pasan por allí cuando pueden, hay gente que permanece allí todo el tiempo que le es posible. No es fácil echar cuentas de cuántas personas forman parte de las movilizaciones, y siempre ha sido más fácil tergiversar las cifras. El año pasado el 15-M inspiró a muchas ciudades y países del mundo a protestar contra un régimen y unas circunstancias que ellos no habían provocado ni elegido. No dormimos en plazas. Tenemos mucho por lo que quejarnos, y por lo que protestar. No acampamos en el centro de Madrid, pero este año no somos menos, somos más.