miércoles, 2 de septiembre de 2015

La vida, Marcos Ana.



Una de las lecturas que más me han impactado este verano ha sido la de Decidme cómo es un árbol, las memorias de Marcos Ana, poeta y preso político español, publicado por Ediciones Umbriel. En ellas –alternando sus recuerdos por supuesto con sus poemas, cartas, diarios, etcétera- relata su infancia, sus primeros años de juventud que coincidieron con la victoria del Frente Popular y el estallido de la Guerra Civil, su detención y torturas, y los veintitrés años que pasó en la cárcel, convirtiéndose en el preso político que más años pasó en los penales franquistas; su primera condena a muerte y su error formal, su segunda condena, la espera inhumana a ser fusilado, el compañerismo en la cárcel, su liberación y su largo exilio en el que trabajó para defender a los presos políticos, denunciar a la dictadura por todo el mundo y abogar por una reconciliación nacional y una vuelta a la democracia. Y en lo que tiene que ver con su escritura, lo que sin duda más me ha impactado es su sencillez y su franqueza. El lenguaje tan cercano con el que redacta sus memorias, pero además, con el que escribe sus poemas, un lenguaje preciso, llano, próximo y sin pretensiones. Creo que la voz de Marcos Ana –y su figura- es un icono viviente de la historia de nuestro país, y que Decidme cómo es un árbol es un libro indispensable, por su compromiso político, poético, y sobre todo, humano.





Aquí algunos poemas:

LA VIDA


Decidme como es un árbol,

contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire
recítame un horizonte
sin cerradura y sin llave
como la choza de un pobre
decidme como es el beso de una mujer
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo
Aún las noches se perfuman de enamorados
que tiemblan de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa?
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa
22 años, ya olvido
la dimensión de las cosas
su olor, su aroma
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque,
digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron,
no puedo seguir
escucho los pasos del funcionario.



MI CORAZÓN ES PATIO

A María Teresa León

La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.

Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.

Pero el mundo es un patio
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio)

A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
y entonces, digo: “El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando”.

Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.

“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…

Pero soñar es despierto
(mi reja es el costado
de un sueño
que da al campo)

Amanezco, y ya todo
-fuera del sueño- es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.

¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!

Yo ya creo que todo
-fuera del sueño- es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos).

Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo,
-hasta en el sueño- es patio.

Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin descanso)




Más sobre él en francés, aquí y aquí