jueves, 17 de junio de 2010
Capítulo IV
"La Maga se quedaba triste, juntaba una hojita al borde de la vereda y hablaba con ella un rato, la acostaba de espaldas y boca abajo, la peinaba, terminaba por quitarle la pulpa y dejar al descubierto las nervaduras, un delicado fantasma verde se iba dibujando contra su piel. Etienne se la arrebataba con un movimiento brusco y la ponía contra la luz. Por cosas así la admiraban, un poco avergonzados de haber sido tan brutos con ella, y la Maga aprovechaba para pedir otro medio litro, y si era posible, algunas papas fritas".
Julio Cortázar, Rayuela.
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