domingo, 4 de marzo de 2012

Amar la música: Chico y Rita.

Hace dos semanas vi Chico y Rita, la película de Fernando Trueba y Javier Mariscal nominada al Óscar a mejor película de animación y premio Goya y del Cine Europeo en la misma categoría.



Se trata de una película, en mi opinión, excepcional, una historia de amor y de música ambientada en la Cuba de los años cincuenta. Transcurre además en Nueva York, Paris y otras ciudades epicéntricas de la cultura musical de la época. La vi casi por azar, porque no tenía demasiada información ni ninguna idea a priori, y el hecho del formato de animación me resultaba curioso y extraño para una película de adultos.


Pero la película no es únicamente el dibujo (que, por cierto, me gustó mucho) sino, principalmente, un homenaje a la música. Se trata de un homenaje a Bebo Valdés, a cuya vida real alude el guión en varias ocasiones.




La película es un homenaje, no solamente a la música cubana, sino a la tradición, a la salsa, al jazz, al flamenco. Es una fábula que habla del amor a la tierra y a las personas. De cómo la música es el instrumento más universal que existe, puede cruzar fronteras, puede ser de todos y de nadie, puede no tener una nacionalidad y fundirse con otras para crear una identidad nueva. Habla de cómo el amor a la música no tiene nada que ver con el estatus social y de cómo forma una parte intrínseca e indispensable del ser humano.

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