viernes, 11 de mayo de 2012

Blame it on the music (delirio musical)
























Fotografías de Hernesto Conhache.

A menudo sueño con una carretera. Con un calor terrible a la luz de una luna distinta. Sueño con ukeleles y con pedazos de pañuelos que voy encontrando como pistas a lo largo de un camino de árboles. Hay música de cocos. Un animal me ofrece un fruto con apariencia de madera roja. Hay tabaco húmedo en las espinas de un tiempo más real que de costumbre, más lejos de lo que jamás podría un hombre estar de sí mismo. Huele a humo y a tierra mojada, y el verano llega con la forma del insecto hasta mis pies. De pronto un gato señala un instrumento musical, y una mujer desdentada me sonríe en la entrada de un pueblo del lejano oeste estadounidense. Un hombre rubio platino y de enormes gafas canta Thanks God I’m a Country Boy mientras una niña juega con unas cuerdas a la entrada de un pórtico de madera. Otro camino de símbolos dispone una ruta interminable por la selva. También hay ciudades con grandes relojes y cantantes callejeros de folk inglés. La hora del té es a las cinco. Hay un olor amargo, y parece que pronto lloverá, aunque Little Joy diga Corcovado, y baile en la playa de Copacabana. Pronto un caballo morado se acerca a mis pasos y me habla en un idioma eslavo que comprendo. Monto sobre él. Agita su cuerpo hasta quedar exhaustos y una melodía brutal mueve mis pies descalzos y enfermos al ritmo del bandoneón. Hay un ahorcado en un árbol de papel que me mira sonriente. Alguien me ofrece una mano, e inesperadamente una gitana lee mi buenaventura.  

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