lunes, 29 de abril de 2013

Algunas cosas bonicas.

Vivir sólo en una ciudad que no es la tuya no siempre es fácil. Además de aclimatarte al lugar al que llegas, hacerte con la ciudad, con la gente y con lo que has venido a hacer aquí (en mi caso la universidad), pasa algún tiempo hasta tener la sensación de que el lugar en el que vives (apartamento, estudio o lo que sea) es realmente un lugar habitable. Cuando vivía en París, entre los problemas de equipaje, la falta de espacio y limitaciones varias no podía estar muy al tanto de decorar mi casa y que fuese un sitio en el que no me diese pereza estar. 
Desde hace algún tiempo ando reciclando cosas que pueden ser útiles para decorar un poco el estudio y que no sea un lugar tan frío como cuando llegué.

Como es un espacio bastante reducido, un par de velas de colores animan bastante, y el color de "estás de paso" de los muebles se soluciona con un par de mantelitos (ah, y la rosa que veis a un lado la dejé secar colgándola del revés):





A pesar de que no haya lugar para una planta grande, siempre alegra alguna florecilla:



También ando intentando reciclar algunos recpipentes de cristal (los botes y las botellas de cristal siempre me han encantado -quizás porque mi padre siempre los ha reciclado y los ha usado para pintar- y, si son bonitos, me da mucha rabia tirarlos pudiendo reutilizarlos). Por ahora los lavé bien, los metí en agua caliente para quitar las etiquetas y pegatinas varias, y ahora ando intentando saber en qué reutilizarlos. Uno de ellos lo usé como portalápices y otro como pisapapeles, en el que he metido algunas piñas que recogí ayer.






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