Notas de una mudanza en tres actos:
I.
Poblar los espacios de tránsito durante algunos días, a la espera de un lugar más o menos fijo donde vivir es incómodo y agotador. Cajas, objetos que se pierden en un oscuro lugar entre cartones, sed, mucho calor, comida precocinada, camas vacías, paredes blancas y solitarias. Dónde está la quietud.
II.
Amueblar la existencia personal es hacer purga de objetos, es eliminar adjetivos, colores, accesorios. Restaurar los muros blancos de la conciencia es eso. Aligerar el equipaje es en sí un acto casi heroico. La espera se hace larga en estas cuatro paredes. Dónde el futuro.
III.
Los nuevos comienzos son un arma necesaria. También la soledad es una ventana abierta al aire limpio. Es masticar el verde. Es devorar la salvia del verano. ¿Dónde la hierba fresca?
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