Hacer listas es acompañar a este tiempo de vuelo de sombreros y tormentas finales. Un cuento empieza con un cambio, y a veces yo soy la protagonista, aunque no quiera escribir mi propio nombre. Escucho y aprendo. El pequeño panel de inspiraciones crece lentamente. Hay un renacimiento en cada despertar, y persigo ese pensamiento cada día. Internamente los paisajes se construyen en defensa propia, los riego algunas veces sin darme cuenta, otras son autóctonos y salvajes. Crecen enigmáticamente. La calma era eso, por lo tanto: confiar en el tiempo, estirar las horas hasta moldearlas a nuestra propia medida. Habitar pequeños espacios y transformarlos en tierras misteriosamente fértiles.
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