Si tuviese que resumir este año en pocas palabras, elegiría compromiso, voz, familia, feminismo, amor, vocación, resistencia, compañerismo y aventura.
Compañerismo entre emigrantes, amigos, camaradas, compañeros de lucha y de ideas: los amigos migrantes, los compañeros de vida, la Marea Granate, Izquierda Unida, la familia que uno se construye cada día y que es la que más cuenta, la que más vale y por la que uno pelea más. Gente con la que se comparte un compromiso común. El compromiso (o los compromisos) con la humanidad, la dignidad, con los derechos y las luchas sociales, con una sociedad más justa y contra la mercantilización de las identidades, los individuos, los sentimientos. Y es así como se construye la familia. Repensar las estructuras familiares, sociales, humanas. En 2015 -como siempre- ha sido necesario redefinir -y nunca acabaré de perfilarlo definitivamente- el significado de esa palabra, porque la familia no es solamente la sangre (en mi caso, lo es) sino también aquella que vamos edificando a lo largo del camino: los amigos, las sabias, los camaradas, el sentimiento de hermandad que se crea en las circunstancias más solitarias, más inesperadas (GRACIAS).
Y ese compromiso no abarca únicamente causas políticas o sociales (qué digo, cualquier decisión en la vida es política, cualquier causa es una opción social), sino también personales, creativos, de proyectos personales: escribir, rescribir, tejer y destejer, cantar, terminar proyectos empezados y comenzar con nuevas ideas. Porque la estética es ética, es una postura social, es también un modo de resistencia. Ese compromiso es, además, un compromiso con una vocación profesional: la creencia de que la enseñanza es y debe ser un pilar para una sociedad mejor, y saber que no es baladí la responsabilidad de mi trabajo, pero también divertirme, trabajar duro para conseguir unas condiciones de vida y de trabajo dignas, comprometerme a no desistir en estudiar y seguir preparándome para ello. No desistir. Entender que la palabra es el único arma que tenemos. La voz.
2015 ha sido redefinir también palabras como amor, en el sentido más amplio del término, fuera de corsés sociales, de etiquetas, de significantes sin significado, de cárceles de lenguaje, el amor-bosque, amor-ciervo, el amor-viaje, y otro millón de amores posibles descubiertos y por descubrir. Y redefinir las identidades de género como herramientas de opresión o de liberación, el feminismo como lugar de comunidad, de hermandad, de encuentro, de respuestas, y el encontrar a tanta gente fantástica gracias a eso.
Y finalmente, la aventura: la aventura como recapitulativo de la vocación, del amor, del feminismo, de la construcción de nuevos discursos, del viaje, de establecer un sentimiento de comunidad en los lugares y las circunstancias más inesperados, de desaprender las convenciones para escribir uno mismo la historia a su manera.
Y si debiese formular un deseo, sería lo siguiente: más viajes, más familia, más compromisos, más palabra, luchas, amor, resistencia. ¡Más aventuras en 2016!
No hay comentarios:
Publicar un comentario