Hace unas semanas, corriendo de un lado para otro de Madrid, descubrí que la razón por el que la ciudad estaba colapsada por completo era el concierto de Carlos Baute en la Plaza de Cibeles. Por ese motivo, las líneas de autobuses se habían desviado de sus rutas originales, y se había creado un atasco cuanto menos épico por las calles y avenidas contiguas al Paseo del Prado y el Paseo de la Castellana. Si el transporte de Madrid vuela que se lo digan a todos los trabajadores y parados que tuvimos que pasar una gran parte de nuestro (más o menos apreciado) tiempo en el transporte público madrileño dejando paso al montaje del escenario en el que el cantante daría su concierto esa misma tarde.
Por supuesto a la vuelta de mi “no-trabajo”, a eso de las ocho de la tarde, y dirigiéndome a la asamblea general de la Puerta del Sol, me topé con un Paseo de la Castellana cortado, con su consiguiente prolongación en el Paseo del Prado. La calle estaba vacía. No entendía nada. Aunque ya cerca de la Plaza de Colón podía escuchar “te envío poemas de mi puño y letra, te envío canciones de Cuatro Cuarenta” a todo trapo. Inconfundible, muy a mi pesar. Continué caminando por el paseo de Recoletos irremediablemente hasta Cibeles, donde lo que tal vez llegase a algo menos de un centenar de personas los que escuchaban a Carlos Baute cantar y por supuesto hacer los típicos comentarios soez que todos conocemos, ya desde que presentaba aquél programa espeluznante, “Elígeme”, en Cuatro.
Yo iba de camino a Sol. Allí, centenares de personas se reunían en lo que era una asamblea general. Repito. Centenares de personas.
Pero no es el 15-M de lo que quiero hablar. Quiero hablar de que ningún sector de las instituciones públicas vetó ni se quejó del concierto de nuestro querido Baute. Ningún partido político se opuso a tener las principales calles y avenidas de Madrid cortadas durante todo el día, provocando más de un problema de transporte a los ciudadanos. Tampoco se quejan los vecinos de la Gran Vía, ni nos quejamos los vecinos de Lavapiés, cuando son las fiestas del barrio, o cuando se celebra la Noche en Blanco.
Sin embargo, la fiesta que da más ingresos a Madrid cada año, va a ser una celebración silenciosa. Solamente quiero dirigir mi opinión INDIGNADA hacia la asociación de vecinos de Chueca, y a mis queridos Ana Botella y Alberto Ruiz-Gallardón. Vivo en Atocha, y cada vez que el Real Madrid, o la Selección Española gana cualquier copa (ya sea entre semana, o fines de semana, qué más da, esos están siempre de celebraciones), me toca una noche infernal. Me toca una noche de borrachos por mi calle, rompiendo botellas, me toca aguantar coches pitando sin parar a cualquier hora de la madrugada, me tocan los problemas de tráfico, me toca no dormir.
Puede que no apoyen la causa, pero a mí me horroriza la música de Carlos Baute, y no soporto el fútbol. Ah, por cierto, y no soy gay.
Vamos a decirles a los fans de Carlos Baute, a los fanáticos futboleros, que se pongan cascos y micrófonos, que hablen por walkie talkies y que se bañen en las fuentes de sus casas, no vaya a ser que molesten al vecindario, o que le rompan el tridente a Neptuno, o el carro a la Cibeles. Y ya que nos ponemos exquisitos, pongámonos exquisitos con todo. ¿No? ah, no, que eso no es político. Ni económico.
EXACTAMENTE
ResponderEliminarcojones ya
Más razón que un santo.
ResponderEliminarFirmado: Un maricón (de muchos) que se siente insultado por esta medida.