"J'ai voulu intense t'asseoir sur mes genoux pour embrasser ton faible et tendre sourire avant que tu ne lèves tes poings redoutables au-dessus de ton sexe".
"Intensamente he querido sentarte en mis rodillas para besar tu tierna y débil sonrisa antes de que levantes tus temibles puños sobre tu sexo".
Paul Valet (la traducción es mía).
Hoy voy a contaros la historia de mi cuaderno parisino por antonomasia, aquél que nunca pude escribir. Fue un cumpleaños frío, un noviembre de cafés y demis en el Marais, y Tati y Eva atravesaron l'Île de la Cité con frío, lluvia y todo lo que París ofrece a mediados de Noviembre, para llegar a una pequeña tienda llamada Librairie du Petit Jour, dedicada casi al completo a cualquier tipo de objetos relacionados con El Principito.
Jamás estrené ese cuaderno. Nunca lo escribí porque esas páginas no me pertenecían. Qué feo estropearlo con palabras, con palabras pobres -sí, porque yo sabía que mis palabras eran pobres entonces, quizás también ahora- pensé en esperar. Esperar a que mis palabras crecieran, y pudiesen decir. Decir la mayúscula. Entonces París terminaba, y yo pensaba seriamente que había una obligación implícita en el viaje. Pero cuanto más deprisa pasaba el tiempo más vacías quedaban esas páginas que aún a día de hoy no he podido comenzar a escribir. Hubo inocencia y sexo. Hubo también un destino de llegada, pero no hoy. Porque no es el momento. Porque no es el lugar. Porque la belleza es distinta. Tal vez en otro momento. Quizás en otro París.
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