lunes, 26 de noviembre de 2012

Duermevela.





El agua caliente limpia mi garganta. Nos perseguían varios hombres sin rostro vestidos de azul. También había veneno en alguna parte y el sabor amarillo del azufre. Corrí tanto que hoy me duelen las piernas y estoy despierta, y los tobillos arden. Me asustó un pájaro rojo y los cuerpos sin ojos. Corrí tanto que ahora necesito quemarme la lengua con este agua que hierve. Corrí y había voces y siluetas entre la niebla. Hoy tengo poco más que la cama y un temblor en las rodillas, pero no tengo voz. Algo limpia y calienta y quema la garganta. Me despertó la lluvia. Pienso en la casa roja. El lugar del refugio era una metáfora donde la palabra daba la bienvenida al peregrino. Lejos, alguien cantó en un idioma que no pude comprender. Una semilla crecía debajo de cada cigarrillo. Más tarde, los hombres azules se alejaron y no quedó nadie.

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