jueves, 17 de enero de 2013

Enero.


Hubo libros de siglos pasados. LLuvia, frío, nevó. Echamos de menos a los padres, a los hermanos, a los amigos. Salimos a la calle con los bolsillos tísicos, obligados por el viento del Mediterráneo, cambiamos la distribución de los muebles, cantamos mientras conducíamos hacia la playa. Debíamos escribir un libro de poemas, pero dibujamos en la arena con los dedos. Saltamos hasta que no quedó nada que tocar, y, aunque estábamos lejos, nos dimos cuenta de que, en cierto modo, estábamos en casa.

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