Decoro lo cotidiano para decirme que no estoy sola. Imagino vivir en otra parte. Hay lugares que dejaste que no sabes si esperan. No importan aquellos sitios a los que no perteneces. Pienso en enfermedades. Cabeza, pecho, espalda, sexo. Hay estrías. El futuro es un anuncio de Neutrex. El violeta destella débilmente. El pasado no es. Os dije que era verde, y estaba en lo cierto. Y esta ciudad es gris. Y azul. Y no.
De la prisión de las rosas
ResponderEliminaren los manuales de flora
la culpa es de las propias rosas,
con su etimología latina,
sus espinas cercioradas,
su fragancia sostenida
y sus pétalos premeditados
para una buena clasificación.
Lo mío, en cambio,
se aparta de jaulas y celdas
pues no tengo marca ni patria
y mis unos traicionan los doses
y mis versos corrigen poemas
y mis verdes se tornan azules
y apenas cumplo mis promesas
ni al casi nunca por ciento:
en qué manual iba a estar yo
salvo aquel que se titulara
“Desdiciéndome”
o “Nuevas rectificaciones”
o “Tus ojos de las 17:23”.
No sé a qué hora atrapaste ese ojo izquierdo, pero me incendió un buen rato...
Menos mal que encontré estos versos de Neorrabioso para calmar la combustión y la asfixia.
Evohé
¡gracias!
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