martes, 30 de diciembre de 2014

Unas notas sobre mi 2014.




Es raro decidirme a hacer un recapitulativo de un año que ha sido extraño, espídico, lleno de cambios y apabullante en todos los aspectos. Pero justamente por ello voy a hacerlo, porque ha sido uno de los años más completos de mi vida. Si tuviese que resumir el 2014 con una única palabra sería intensidad

En 2014 el año empezó continuando un trabajo en el que no llevaba demasiado tiempo, y que era, desde hacía años, el motivo por el que había decidido salirme por la tangente a nivel profesional y cumplir uno de mis sueños: ser profe de español como lengua extranjera. A nivel laboral, por tanto, el año se ha convertido en un reto cumplido, pues he trabajado como un animal preparando clases de todos los tipos, niveles y alumnos, y disfrutando de ello. También mis compañeros de trabajo han sido un enorme aliciente, el buen ambiente, las risas y el buen rollo son estupendos y me han permitido conocer además otra faceta de mi trabajo. En verano me ofrecieron una oportunidad única (y casi impensable), la de trabajar como profesora de francés, y la acepté, y fue una de las mejores experiencias del año: trabajar a contrarreloj, muchísimas horas al día, con los mismos alumnos todo el día y dando clases de un idioma extranjero. Y sobreviví todo el verano, con compañeros estupendos y clases y alumnos geniales. 

Este año ha sido convulso emocionalmente, en el que amor, decepción, pasión, abandono, olvido, soledad y desorden han convivido a partes iguales, hasta ahogarme, y hasta verme obligada a cerrar a patadas una puerta de aquello que había sido protagonista casi único de mi vida, y que me había condicionado, desubicado, y destruido poco a poco durante meses y meses. Entonces debí empezar todo desde cero. Tuve que volver a poner todo lo que tenía en una balanza, hacer criba emocional, material, anímica, e incluso moral. Mis perspectivas dieron un vuelco y pusieron patas arriba todo lo que había estado construyendo durante años, hasta caer en la cuenta de haber "perdido", en parte, mi tiempo, pero también de haber ganado en sabiduría, criterio y fortaleza. Ha sido, además, el año en el que he estado acompañada de la mejor familia (rencuentros a este lado del charco, niiiii) y de  los mejores amigos, tanto en los buenos como en los malos momentos (¡gracias!) que nos hemos reído y hemos llorado juntos, y solamente por eso merece la pena este 2014.

Ha sido también el año de las mudanzas, y de la militancia, y esto último me ha dado la vida en esta segunda parte del año. Estar lejos no es estar solo, es también construir. Construir a través de las ideas, del intercambio, enriquecerse con las opiniones de los otros, edificar una familia, y eso es lo que para mí ha supuesto la militancia. Gracias a toda esta "nueva familia" he comprendido varias cosas: la importancia de la organización colectiva, la necesidad de las reivindicaciones sociales y de la construcción de proyectos más humanos y justos, la imprescindibilidad de una lucha por nuestros derechos y nuestra dignidad, y cómo todo ello crea lazos mucho más fuertes y unas afinidades más interesantes y estrechas que las que se puedan crear en otros ámbitos. Construirse en la otredad ha sido y es uno de los retos más importantes de la emigración, y creo que juntándonos y asociándonos, no solamente nos edificamos, sino que también nos enriquecemos como colectivo y nos aportamos e intercambiamos experiencias los unos a los otros que dificilmente puedo extrapolar a otros contextos, porque juntos somos más fuertes, y hemos conseguido hacer muchas cosas estos últimos meses; toda esta experiencia nos convierte en una familia adoptiva en toda regla, y esta energía nos da más fuerza para afrontar el futuro.

Ha sido también el año del retorno a París y a la literatura: la búsqueda de la muchedumbre y de la voz, de la mirada de los rostros en mitad de las calles, cantar juntos en la Fête de l'Humanité, de rencuentros y nuevos encuentros en la capital gala, de volver a sentirme parte de algo que en algún momento había abandonado, de poetas (¡se dice poeta!) y lectoras y mujeres increíbles, de leer los mejores libros escritos por mujeres que ningún otro año, libros que te cambian la vida, que te escriben y transforman. El año del feminismo, de conocer a los compañeros de todas partes y un año de amistades intensas, abrumadoras, necesarias. De terminar proyectos, de empezar otros nuevos, de retos, de dificultades y de nuevas perspectivas. Sobre todo, de nuevas perspectivas. 

Gracias a todos los que habeis formado parte de él, y brindo por un 2015 por lo menos igual de intenso que éste. 




jueves, 25 de diciembre de 2014

El mejor libro del año: Ser en la frontera. "Americanah".



Lo confieso: he tardado meses en leer "Americanah", de Chimamanda Ngozi Adichie. Pero no, no ha sido por pereza, ni por dejadez. No ha sido por sistema, como acostumbro a hacer con muchas cosas que, sin querer, siempre acabo dejando a medias. La historia ha sido otra. Es la historia de un libro que transforma, que no se puede leer así como así, cuando otros problemas sobrevienen y no dejan tiempo a la reflexión. 

Bien, ¿pero qué es este libro? Se trata de una novela de 2013, publicada en español en 2014 por Random House Mondadori. La autora es la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y cuenta la historia de dos jóvenes nigerianos que viven en el Lagos de los años noventa. Como mucha parte de su generación, saben que deberán abandonar algún día su país si quieren luchar por su futuro, y con ese propósito, Ifemelu, nuestra protagonista femenina, consigue un visado de estudios a Estados Unidos, mientras Obinze, que es quien siempre ha soñado con América, no consigue acompañarla. Es entonces cuando comienza la aventura: la experiencia de años en Estados Unidos como emigrante africana, las diferencias establecidas por su acento o el tono de su piel, los dilemas éticos y estéticos derivados de su comportamiento a su peinado y las relaciones que establece con su entorno. Obinze, por otro lado, intentando conseguir su visado a Estados Unidos, aterriza en Inglaterra, donde tampoco nada se presenta como él esperaba. 

Pero quería contar cómo he leído este libro y por qué. Por qué he tenido que leerlo a borbotones, y por qué se ha convertido en uno de mis libros referentes. Pues bien. Si el libro habla de igualdad, no era posible leerlo hasta no haber zanjado mis problemas con la desigualdad, y lo mismo sucedía con otras tantas cosas, como la aceptación de la identidad interior, la identidad física y etética, la concepción de todo como política. Sé que tal vez no se entienda mucho de lo que quiero decir, a lo que me refiero es que es un libro de cabecera para cualquier mujer -y debería serlo también para los hombres- que se plantee ciertas cuestiones acerca de su independencia, libertad, y modo de vida. 

Nuestra protagonista es una mujer fuerte, inteligente, dura, extranjera, y negra. Lucha día a día y convive con aquéllo con lo que todas las mujeres convivimos, con algunas particularidades. En primer lugar, se trata el tema de las diferencias culturales e idiomáticas. A pesar de hablar bien el inglés, Ifemelu se da cuenta de que las expresiones, los chascarrillos y las fórmulas de cortesía no tienen nada que ver con lo que ella está acostumbrada. En la universidad, se relaciona casi por inercia con los colectivos negros y afroamericanos, en los que se debate y discute acerca de sus orígenes y se comparten costumbres e intereses que, fuera de ahí, no interesan a nadie. Es interesante, además, cómo Adichie es sensible al modo en el que el migrante cambia su comportamiento en lo que respecta a establecer relaciones, y se construye desde la diferencia: debe, por tanto, edificarse en tierra extraña, y hacer de sus diferencias un arma de defensa. De pronto es importante el color de su piel, su físico, su exotismo. Ella es otra, una especie de caricatura de sí misma, de simplificación de sí misma en la que las sutilidades quedan a un lado. El "Yo soy todas", generaliza la otredad, colectiviza la diferencia y hace que ese problema sea un problema de todos en un país como Estados Unidos. ¿Cuál es, por tanto, su casa? el país que la acoge, por un lado, está medrando ciertos cambios en nuestra protagonista, y el país de origen es quien la ha hecho lo que es hasta el momento. Surge entonces el tema más interesante de la novela: la construcción de una identidad propia en la frontera. Conforme a este tema central se irán forjando los siguientes, incluso la historia de amor, que no es más que un accesorio para reconducir inteligentemente la trama. 

El personaje y las circunstancias plantean, además, el tema de la máscara. En primer lugar, desde el principio, el personaje principal de Ifemelu nos plantea una serie de dilemas estéticos que tienen que ver con una serie de condiciones raciales: el pelo afro y la piel negra son las principales. Pero no se trata de una "Superpop", ni de un libro que hable de modas y maquillajes, sino todo lo contrario. A lo largo de la novela, la estética se plantea como una agresiva estrategia de la política en la que los cánones de la cultura (en este caso, nigeriana) no se corresponden con los de la cultura norteamericana, y, por lo tanto, la estética supone para nuestra protagonista una doble imposición: la de toda mujer, que debe estar bella y presentable, y la de la occidentalización: las cremas, los alisadores capilares, las pelucas... y cómo este dilema supone cambios y dilemas también a nivel identitario. Se nos plantea la siguiente pregunta: ¿Ser un estereotipo, una marca, o ser, únicamente uno mismo? ¿Qué diferencia hay entre estas dos posturas? y en este tema, de la politización del emigrante, y la caricaturización del negro no encuentra Adichie mejor paralelismo que el mismísimo Obama: la figura de una teórica integración racial por excelencia, aparentemente con carácter, contestatario. Un personaje público que convierte la identidad transterritorial en una lucha por la igualdad aparentemente lograda, en una marca o estereotipo más.

Considero este libro una lectura obligada  para cualquier persona que esté fuera de su país y se sienta extranjero y ciudadano de cualquier parte al mismo tiempo. Para los jóvenes. Para la mayoría que hemos creído alguna vez que, aunque no sea del todo justo, es necesario adaptarse a las modas, y a las estéticas, para ser aceptado en una sociedad, incluso dejando atrás la realidad y la identidad de uno mismo. 

En este sentido, el personaje principal de Ifemelu, no solamente como mujer, sino también como migrante, construye su identidad en la frontera: una mujer que no cumple con lo "esperado" de ella en determinados ambientes ( sincera, con carácter, despierta, directa y poco diplomática), que se construye, inconscientemente a la defensiva, y que identitariamente se encuentra en la zanja entre los dos países.

¿Qué es, entonces, lo que construye las identidades? Las experiencias personales, podríamos responder, y no sin razón. Pero es demasiado sencillo. Adichie nos respondería: no únicamente, y eso demuestra "Americanah": el género, los estereotipos, los cánones socioculturales, el idioma, el físico y la estética son algunas de sus posibles respuestas. 

Podría decir otro millón de cosas sobre este libro, porque plantea muchos de los problemas que, de uno u otro modo, ya sea como mujeres, o como migrantes, o como extranjeras o turistas o trabajadoras, considero que nos conciernen a más de una y de uno en el mundo actual. 

Solo quiero decir que hay libros que la leen a una. Que pasan por encima de una misma como una apisonadora. Y eso es lo que está pasando. Hay libros que son terremotos, y éste es una lectura obligada. 

sábado, 13 de diciembre de 2014

La locura de estas últimas semanas.




Las últimas semanas me han cambiado un poco la vida. Ya lo comentaba en el anterior post, hace unos quince días. Parece simple dicho asi, pero, es, en realidad, bastante complicado de explicar, y de hecho, es la primera vez que intento hacerlo. No voy a entrar en demasiados detalles, porque ni yo misma los conozco, pero sí contaros lo que ha pasado estas últimas semanas. Además de continuar con el trabajo, la rutina diaria en Montpellier, etcétera, he participado en un par de charlas, una primera sobre la mujer en España, organizada por la asociación Osez le Féminisme! y otra sobre la situación de España y sus perspectivas, organizada por la asociación Les Amis de L'Humanité, ambas en Montpellier. Sobre ambos temas podeis leer las reseñas de mi compi y amigo Gonzalo Gómez Montoro aquí y aquí

Entre medias he hecho un par de viajes a Madrid por diferentes razones en las que no voy a entrar, y este último fin de semana, hemos estado en París, en el Encuentro en el Exterior charlando sobre emigración. Para más información, también podeis pulsar aquí (gracias, Gonzalo, gracias, a todas). En París también han pasado muchas cosas, de las que hablaré en próximos posts. Una de ellas ha sido conocer a Paola Zurbarán y a Sara Herrera Peralta (¡gracias!). Algún día explicaré cómo es todo esto: las redes de solidaridad (gracias, Manu) que se establecen entre los extranjeros que vivimos en Francia, la intensidad de las amistades, la alegría de encontrar gente con unos mismos intereses fuera de nuestro país, construir una comunidad en la que las relaciones son igual o más estrechas que en una familia, etcétera. Son demasiadas cosas para un simple post, pero quiero, al menos, pincelarlas todas, para no olvidar todo lo que está pasando y no puedo explicar con exactitud. 

También ha habido alguna lectura que me ha marcado especialmente, como es el caso de Americanah, el libro del que llevo queriendo hablar algunas semanas, pero no he tenido ni tiempo ni manera de condensar todas las ideas que me vienen a la cabeza acerca de él. 

Además las clases, el ser consciente de recuperar el tiempo perdido, los viajes, París, Madrid, las ciudades, las mujeres, el hogar, la voz y otro millón de cosas que estas últimas semanas se me vienen a la mente. 

En fin, que este post es solamente para advertiros de que sigo viva, y de que en breve os contaré más sobre este final espídico de 2014. 


lunes, 1 de diciembre de 2014

Algunas reflexiones de estas últimas semanas.



Hace semanas que no actualizo. Lo sé, soy un caso. En mi defensa diré que he tenido un mes ajetreadísimo, con idas y venidas a Madrid, con reuniones y asambleas, charlas, debates, clases, cumpleaños... la totale. Pero estoy contenta. A partir de ahora prometo escribir más asiduamente, y no dejar esto de lado. 

Han sucedido muchas cosas, y ninguna. Han sucedido cosas dentro. Fuera llueve desde hace días, y todo sigue aparentemente como siempre. Dejé a medias un libro cuando tú. Dejé a medias un libro porque sabía que era premonitorio y no quise escucharlo. Porque dolían las palabras que no pude escribir yo, pero que me escribieron a mí, sin saberlo. Lo cerré a la mitad. No lo retomé hasta anoche. Lo he mirado con miedo durante meses. Lo he mirado como si fuera a revelarme una verdad que yo ya conocía, como si fuese a abrirlo y sus páginas fuesen a pronunciar un "te lo dije". Pero en ese libro estaban muchas de las respuestas que buscaba. El cuerpo, la independencia, la identidad, el mestizaje. El estar lejos estando en el cuerpo mismo, y siendo independientemente de la geografía, y condicionada por el mapa. Esto formaba parte del viaje: ser otra, construirse en la frontera. Cambiarse de color el pelo para reivindicar algo que olvidé después, meterse en política por primera vez en la vida para no olvidar de dónde se viene. 

Vivir en la frontera: fronterizos amigos, acentos limítrofes, constantes explicaciones sobre la provenencia, sobre el porqué estamos aquí. Sentirse vieja, de pronto. La comunidad, en estos casos, es un método de defensa, una especie de terapia de grupo, una búsqueda identitaria de la que todos, consciente o inconscientemente, formamos parte. Por eso mi obsesión: la identidad, la emigración, la reconstrucción del yo, el feminismo, la otredad, el tiempo. 

Ser no es sino buscar una razón para. Ser no es sino identificarse en el rostro de los otros. Hablar sin ultrajar a la palabra. Silencio. Alguien me dijo el otro día que el extranjero aquí era más áspero. Es la extrañeza lo que le hace a uno más frío, respondí. Por eso buscamos un hogar en la tribu. Soledad sin drama. Todo está cambiando y no sé cómo explicarlo. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Poema.



Estaba el alma abierta en esas yemas de los dedos
Sin embargo
Detrás de los paisajes
Huidiza la palabra
El ánimo, el aliento;

Esperando la voz encontramos vacío de cristales
Golpes al vidrio que el aliento escombraba
Para no adivinar
Ni decir


viernes, 24 de octubre de 2014

Nota ortográfica: POR QUE, PORQUE, POR QUÉ O PORQUÉ, esa es la cuestión.



Todos nos hemos hecho alguna vez esta pregunta, ¿verdad? Y seguro que a todos nos ha pasado alguna vez que cuando lo escribimos rápido a veces tardamos unos segundos en recordar la norma... Pues bien, después de las preguntas existenciales de nuestra pobre Mafalda, he aquí las diferencias en una pequeña nota ortográfica, porque ya sabemos que escribir bien ¡es sexy!

-          PORQUÉ
Escribimos Porqué todo junto y acentuado en la E cuando se trata de un sustantivo masculino que quiere decir la causa, el motivo, la razón de algo. Al tratarse de un sustantivo, generalmente va acompañado de un artículo: “el porqué”.
Ejemplos: “Todo tiene su porqué”, “No comprendo el porqué de tu reacción”.

-          PORQUE
Lo escribimos todo junto y sin acento cuando se trata de una conjunción átona. Es una conjunción causal, que sirve para introducir una oración subordinada que exprese causa, y puede sustituirse por “ya que” o “puesto que”.
Ejemplos: “No fui a clase porque estaba cansada”. “Estaba preocupado porque no me llamabas”.

-          POR QUÉ
Escrito junto y con tilde, se trata de una secuencia interrogativa. Por, indica la razón, y el interrogativo qué, se refiere a cuál es esa razón. Se acentúa para diferenciarla de “por que”, la última posibilidad que veremos a continuación.
Ejemplo: “No comprendo por qué no aceptas una crítica”. “¿Por qué estudias español?”
Nota: en el primer ejemplo, “por qué” quiere decir “cuál es la razón”. Si quisiéramos escribirlo junto tendríamos que sustantivarlo, con un determinante (el porqué).

-          POR QUE
Y en último lugar, escribimos “por que”, separado y sin tilde, para introducir una oración subordinada relativa. Lo más normal no es escribir “por que”, sino “por lo que”, o “por la que”. Se trata de la preposición “por” acompañada del pronombre de relativo “que”.
Ejemplo: “Aquél fue el motivo por (el) que no te dije nada”.
También se escribe de este modo para acompañar a los verbos que rigen ser proseguidos de esta preposición (por), y que además llevan una oración subordinada que les acompaña, introducida por la conjunción “que”.
Ejemplo: “Me dio las gracias por que le acompañase al aeropuerto”.

Y ahora vosotros: ¿Hay alguna ortografía en particular que os cueste o que confundais habitualmente?


martes, 21 de octubre de 2014

Diez personajes del imaginario del habla popular española. (Parte I)


El triunfo de Baco o "Los Borrachos", Diego de Velázquez, 1629. 



¿Nunca os habéis preguntado quiénes son esos personajes a los que nombramos constantemente en nuestras conversaciones y expresiones cotidianas? ¿De dónde vienen Pepito, Fulano, Jaimito o Carracuca? 

Pues bien, después de curiosear durante bastantes semanas, me he decidido a hacer una serie de posts sobre estos personajes que pertenecen al imaginario cultural, y cuya siempre dudosa existencia y procedencia forma parte del mito y la tradición popular. Aquí van algunos de estos personajes:


-         1.- Rita la cantaora:

Especialmente conocida en Andalucía (la expresión es típica de allí), esta expresión está basada en Rita Giménez García, más conocida por este apodo, nacida en Jerez de la Frontera a mediados del siglo XIX. Fue una cantaora de flamenco muy famosa en los cafés de la época. Decimos que algo no le importa o no lo hace “ni Rita la cantaora”, queriendo decir que ni siquiera a una personalidad tan importante como ella le es imprescindible.


Esta imagen es un retrato real de Rita la Cantaora, en su última actuación, la saqué de aquí pero está sacada del archivo del diario El Mundo.


-          2.-El abogado del diablo:

En latín advocatus diaboli, o “promotor de la fe” (Promotor Fidei) es el apelativo popular que se le da al procurador fiscal en los antiguos juicios de canonización de la Iglesia Católica. Su denominación posterior fue “promotor de la justicia”. Este individuo, generalmente clérigo, doctorado en derecho canónico, tenía como deber objetar, exigir pruebas y descubrir errores en la documentación aportada para demostrar los méritos de los candidatos a beatos o santos. Aunque pareciese que su labor era atacar a estos aspirantes, en realidad se encargaba de defenderlos ante el tribunal, pero, en definitiva, nunca estaba claro con qué bando iba. A día de hoy, el término “abogado del diablo” se aplica, por extensión, a personas que defienden una posición en la que no generalmente creen, para comprobar la calidad del discurso y del argumento original e identificar las debilidades.

-        
3 .- Abundio:

Se trata de un personaje sobre cuya vida hay diversas versiones: una de ellas es la de se trataba de un agricultor que existió entre los siglos XVII y XVIII en Córdoba, que a falta de agua para regar sus tierras orinaba en ellas. Otra posible procedencia es la del propio santo con el mismo nombre. Al parecer, San Abundio fue un mártir que en el año 854 vivía en la Córdoba musulmana, fiel seguidor del obispo Samuel de Córdoba y de San Eulogio. Al parecer, este Abundio, se empeñó en ser martirizado a pesar de que once veces le dieron la ocasión de retractarse. De ahí también puede proceder la expresión popular de “ser más tonto que Abundio”. 


-        4.- El que corta el bacalao:

La expresión data de la época de las colonias, en cuyos barcos era habitual enviar a una serie de empleados que servían y preparaban la comida. El bacalao era, sin duda, el alimento que mejor se conservaba, salado y convenientemente desecado, en estos largos trayectos. El hombre que se encargaba de “cortar el bacalao” era generalmente el capataz o encargado del barco, o la plantación. Éste dividía las raciones y las distribuía entre sus esclavos y empleados. De ahí, que la persona que “corta el bacalao” es aquélla que tiene poder de decisión y que maneja los hilos de una situación.


-        5.- El último mono:



Con toda seguridad  la explicación del dicho “ser el último mono” proviene de los circos ambulantes que iban de pueblo en pueblo, una de cuyas atracciones eran las comparsas de monos. La expresión a veces se utiliza completa: “el último mono de la comparsa, de la cuadrilla, o de la pandilla”. Se emplea para dar a entender que una persona es la menos importante o con la que menos se cuenta para algún asunto. “Aunque soy el directo de esta empresa, aquí todo el mundo manda más que yo, soy el último mono…”.


-        6.- Juan Palomo:

De modo coloquial, un Juan Palomo es una persona que pretende hacerse a sí mismo, solucionar sus propios problemas, “sacarse las castañas del fuego” sin la ayuda de nadie, y sin ser útil para nada. Se desconoce el origen de este personaje, su actitud es egoísta, y de ahí la expresión “Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”. 


Francisco de Quevedo retratado por Velázquez (copia).


Tal vez en esta expresión se inspirase, como no podía ser de otro modo, Francisco de Quevedo, que escribe esta letrilla:

Después que de puro viejo
caduca ya mi vestido,
como como un descosido,
por estarlo hasta el pellejo.
No acierto a topar consejo
que pueda ponerme en salvo
contra un herreruelo calvo
y una sotana lampiña,
que, cuando mejor se aliña,
me descubre todo el lomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como.

Si va a decir la verdad,
de nadie se me da nada,
que el ánima apicarada
me ha dado esta libertad.
Sólo llamo majestad
al rey con que hago la suerte.
No temo en damas la muerte
tanto como en un doctor:
que las cosas del amor
como me vienen las tomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como.

Para mí no hay demasías
ni prerrogativas necias
de los que se hacen Venecias
sólo por ser señorías.
En mi mesa las Harpías
mueren de hambre contino;
pídola para el camino,
si me despide mi dama;
mas, si a mi ventana llama,
después de comer me asomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como.

Entre nobles no me encojo,
que, según dice una ley,
si es de buena sangre el rey,
es de tan buena su piojo.
Con nada me crece el ojo,
si no es con una hinchazón.
Más estimo un dan que un don;
y es mi fuerza y vigor tanto,
que un testimonio levanto,
aunque pese más que plomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como.



-        7.- La madre del cordero:

Ser “la madre del cordero”, coloquialmente, significa ser la explicación de un hecho, el dato que lleva a la solución de un problema. Como de la mayor parte de estas expresiones, no se sabe a ciencia cierta su origen, pero me quedo con el que más lógico me parece de los que he leído por ahora, que es el bíblico: si el cordero de Dios es Cristo, quien redime a sus fieles de sus pecados, su madre es la causa de todo, es decir, en última instancia, la responsable de su misión redentora.


-          8.- Fulano y Mengano:

¿Nunca os habéis preguntado quiénes son “Fulano de tal” o “Mengano de cual”? Pues bien, resulta que esa expresión proviene de los árabes, (fulán, del egipcio), del mismo modo que la menos utilizada Mengano (man kán, del árabe “quien sea”). Y el menor utilizado, Zutano, que proviene del latín scitanus, “sabido”. Hablar de estos personajes imaginarios significa referirse a una persona cualquiera, del mismo modo que pasa en otros idiomas con diferentes expresiones idiomáticas.


-        9.- Pichote:

La única explicación fiable que he encontrado nos lleva al Chicago de los años 20. Ya sé que suena un poco raro, pero al parecer “Pichote” proviene de “Picciotto”, en italiano, muchacho, que era el apodo de uno de los gánsteres enemigos de Al Capone en la época. Gennaro “il picciotto” Spummarolo, apelado así por su aniñado aspecto. Al parecer, para planear un asesinato contra la banda de Capone, Picciotto fue engañado de una forma extremadamente ingenua, siendo finalmente la víctima de una emboscada que le costó la vida a él y a su socio. De ahí que, ser “más tonto que Pichote” también se refiera a ser demasiado inocente e ingenuo.


-        10.- Picio:

Se trata del apellido de un personaje popular llamado Francisco, procedente de la localidad española de Alhendín, en Granada. Por alguna razón desconocida fue condenado a muerte, y ya en la capilla fue informado de su indulto. No se sabe si por su estancia en la prisión o por su enorme sorpresa, se le cayeron el pelo, las cejas y las pestañas, y, por si eso fuera poco, le salieron además algunos tumores en la cara que lo dejaron deformado, y horrorosamente feo. De ahí la expresión “ser más feo que Picio”. Al parecer, tal fue el rechazo que sufrió que huyó a Lanjarón para intentar ser curado, pero fue expulsado por no visitar la iglesia, donde no podía entrar sin quitarse el pañuelo que cubría su cabeza. De ahí volvió a Granada, donde murió.



En próximos post hablaré de otros personajes del habla popular y de su posible procedencia o leyenda. Mientras tanto, ¿Utilizáis las expresiones de las que hemos hablado? ¿Qué otros personajes conocéis o nombráis habitualmente?

domingo, 19 de octubre de 2014

Diariopoema.


Gitana dormida, H. Rousseau, "Le Douanier" (1897). 



El rostro de tu mueca lloviznada
Es el eco del canto
Del gitano que nació en el arrozal
Y creyó
Que toda luna era agua, y todo ruido
Noctámbulo caballo
Entre los matorrales;

No existe portavoz del cuero
Desnudo del sudor,
Solamente el retrato
De aquél cante dolido que quiso ser un barco

el murmullo de ancianas
en la nocturnidad de la alameda

la brisa despertando al animal y sus luceros.

domingo, 12 de octubre de 2014

Diario: estoy construyendo un muro.





Desde hace algunas semanas estoy construyendo un muro. Trabajo en él muchos ratos a la semana, y pienso en él otros tantos. Se yergue lentamente. Su materia es variada y extraña. Bella y solitaria. 

Un muro de amor propio, de soledad, de inspiración, un muro de razones; construyo una pared de puertas abiertas, reparo cañerías, encalo su pintura. También la identidad se compone de porosos engranajes y permeables epidermis. Cosntruyo un muro de palabra, engendro la semilla del grito. Y la voz de origami también necesita porosas murallas para hidratarse hasta ser pájaro. 

martes, 7 de octubre de 2014

La otrografía es sexy.

He decidido que voy a empezar una serie de post con viñetas y pequeñas notas ortográficas. Porque la ortografía, se mire por donde se mire, es sexy. 



¿Por qué este apartado? En primer lugar, porque, en general, el ritmo de vida, de trabajo, y de comunicaciones es tan veloz que muchas veces olvidamos hacer caso de las formas, e incluso, no encontramos, quizás, ni siquiera, tiempo para comprobar o corregir nuestros escritos. Pienso que es principalmente por esa razón por la que se cometen tantas faltas de ortografía, además de por la escritura de los teléfonos móviles, o la falta de atención en la lectura. En cualquier caso, pienso que es simpático explicar con sencillez algunas normas ortográficas para que todos (empezando por mí misma) podamos recordarlas más fácilmente.

¿Por qué es sexy la ortografía? Pues vereis, por un sinfín de razones. En primer lugar, porque facilita la comunicación. No es lo mismo leer un mensaje de texto, una carta o un graffiti que tiene demasiadas faltas de ortografía y es, difícilmente comprensible, a leer fluidamente un texto. ¿Por qué? Porque el mensaje, en el segundo de los casos, se comprende al instante, y es la idea lo que importa. En el primer caso, el lector queda confundido por la incorrección formal y eso le hace desentenderse del mensaje, de la idea o de la belleza de la forma. Pongamos el ejemplo de un graffiti: 




























Por suerte o por desgracia, un graffiti con un mensaje tan claro e ideológico como éste, resulta casi paradógico. ¿La defensa de la educación no debería también hacerse a través de las formas, y, en este caso, de la buena escritura? No quiero decir con esto que aquéllos que no hayan podido recibir una educación no puedan escribir, ni mucho menos, sino que si queremos decir algo con impacto, con fuerza, y con una carga ideológica o social como la que tiene habitualmente una pintada en un muro, no podemos caer en el error, puesto que todo el significado desaparece en el acto. Veamos otro ejemplo:


Si utilizamos el lenguaje para exponer una idea, una ideología, o un punto de vista -como es, generalmente, el caso,- de la misma manera que valoramos las formas en las que alguien habla, también deben cuidarse las formas en las que se escribe. Vivimos en una sociedad en la que lo más importante son los conceptos rápidos, el hacer más en menos tiempo. Pero esto no es siempre del todo eficiente. No por el hecho de comunicarnos más rápido vamos a dar más información, y, más importante aún, seguramente toda esa información no vaya a ser retenida. 

Sucede lo mismo que con otras muchas cosas. Como, por ejemplo, cocinar. Del mismo modo que todo el mundo necesita comunicarse, todos necestamos alimentarnos. Pero no es lo mismo comer cualquier cosa, cocinar (o no) de mala manera para, simplemente, cumplir con lo que "hay que hacer", que comer de forma sana, consciente y tomarnos nuestro tiempo para preparar un sencillo plato. 

A donde quiero llegar con todo esto, es a que es, exactamente igual de importante (o quizás incluso más) la forma que el fondo de las cosas. De la forma depende el cómo sea transmitido y recibido un mensaje, sin embargo, el fondo es invariable. Sucede lo mismo que en la política. ¿Acaso no valoramos a un político por su claridad y su capacidad de expresión? Existen varios partidos políticos con similares idearios, pero, en última instancia, generalmente nos decantamos por quien mejor nos convence con sus "formas". 

Por eso es importante la ortografía: para tener legitimidad en todo aquéllo que pensamos y decimos por escrito, y, personalmente, creo que se debe de tomar como una toma de conciencia y de respeto hacia nuestra propia expresión y discurso. Es una especie de "autoestima de nuestra propia voz".

Es, por supuesto, complicado, cultivar, así de pronto, una buena ortografía, igual que una buena alimentación. Requiere tiempo, tal vez algún tipo de inversión económica... pero también existen recursos fáciles y gratuitos. Lo principal es despertar un interés por mejorar. Páginas web como la del Diccionario Prehispánico de Dudas de la RAE pueden ayudarnos, cada vez que tengamos una duda, a no dejarla pasar más tiempo. 

Por todas estas razones, y seguramente muchas más que se me olviden, estoy convencida de que la ortografía es sexy, y me he animado a comenzar este apartado de mi blog, en el que compartiré pequeñas notas sobre fallos comunes o dudas ortográficas que todos tenemos o hemos tenido en el día a día. 

Y vosotros, ¿Qué pensais? ¿Es importante la ortografía? ¿Es sexy?

domingo, 5 de octubre de 2014

Diario: pequeños rincones fértiles.



Hacer listas es acompañar a este tiempo de vuelo de sombreros y tormentas finales. Un cuento empieza con un cambio, y a veces yo soy la protagonista, aunque no quiera escribir mi propio nombre. Escucho y aprendo. El pequeño panel de inspiraciones crece lentamente. Hay un renacimiento en cada despertar, y persigo ese pensamiento cada día. Internamente los paisajes se construyen en defensa propia, los riego algunas veces sin darme cuenta, otras son autóctonos y salvajes. Crecen enigmáticamente. La calma era eso, por lo tanto: confiar en el tiempo, estirar las horas hasta moldearlas a nuestra propia medida. Habitar pequeños espacios y transformarlos en tierras misteriosamente fértiles. 

domingo, 28 de septiembre de 2014

Poema.







Polvo sería la vida de otro modo, y digo polvo
Porque quedan aún piezas de esta mala manera

He logrado
Reconstruir mi mano de escayola;

célula necrosada es el núcleo del cuerpo,
pero oscuramente
hay también un ecosistema de cavidades

el tejido pulmonar regenera su bosque
en su noche torácica


Las piernas fatigadas no son todavía escombro.

La imagen la saqué de aquí.

jueves, 25 de septiembre de 2014

El lenguaje como esqueleto. O una lectura de "Al Envés de la voz", de Cristian Piné.




Como muchos lectores, algunas veces, antes de comprar un libro, a no ser que sea de alguien que ya conozco, busco en internet reseñas, comentarios, información sobre esa publicación. A menudo se tratan de libros que, a pesar de ser de poesía, -y digo esto por su menor número de lectores- no dejan indiferentes a la blogosfera.

Y justamente por esta razón, porque ancha es la blogosfera y hay buenísimos poetas y publicaciones, desde hace algunas semanas me hago una pregunta: ¿por qué extraña razón apenas hay reseñas de los libros de Cristian Piné, uno de los poetas, a mi parecer, más brillantes de los últimos tiempos? Personalmente confesaré que es una de las pocas lecturas que me abren las puertas hacia lugares más allá del lenguaje que conocemos. Sus escritos son una especie de revelación. Para el que no conozca a Cristian, ya va siendo hora. Es un poeta imprescindible en el panorama de la literatura en español que no podemos pasar por alto por más tiempo. Por eso, no tardaré en responder a la pregunta que me hice al principio del párrafo: creo que reseñar a Piné es de lo más difícil que he hecho en este blog. Antes de nada, pediré perdón al autor por los errores, o lecturas imperfectas que haya podido hacer de su texto. El problema es que la poesía de Cristian es como una enorme incógnita que hay que intentar descifrar poco a poco para conseguir entrar en el juego de significantes y significados. Y aquí va mi propuesta sin pretensiones: una posible mirada a su poesía.

Pues bien, si ya en Mecánica del Canto Cristian nos dejaba boquiabiertos poniendo patas arriba los andamiajes mismos del lenguaje, dos años después, gracias a la fantástica iniciativa “1000 Books by 1000 Poets” de 89 Plus y la LUMA Fondation llamada “Poetry will be made by all”, podemos disfrutar de un pequeño almanaque de poemas de Piné, titulados, esta vez, “Al Envés de la Voz”.


En este libro, Piné nos aúna temas esenciales de la poesía. Siete palabras dividen sus siete epígrafes en los que el autor ordena sus pensamientos en torno a la palabra misma. Sí, porque si tuviese que definir con una palabra el tema del poemario, diría: palabra.

Cualquiera que haya leído a Piné dirá: bueno, pero éste es el tema principal de la poesía de Cristian. Y tendría razón. Pero a diferencia de Mecánica del Canto (del que ya hablé aquí), su primer libro, donde el autor estaba más interesado en jugar con el funcionamiento interno del lenguaje, aquí vemos un interés mayor por la importancia del tono, y una mirada hacia la construcción misma del discurso. Enigmático, inquietante, difícil y grandiosamente perturbador, la selección de poemas de Piné desmenuza todos los pormenores del lenguaje para ofrecérselos al lector en forma de gran pregunta. Para ello, nos divide el discurso en siete partes.

La primera, (“Voz”) nos plantea una posible definición implícita de lenguaje: el lenguaje es palabra en movimiento. Es el andamiaje del mundo. (“En medio de este baile estrafalario se desploman / y es tan difícil decir en voz alta / que debajo de la tierra está el silencio”). Cristian presenta la palabra como un arma de doble filo:  puede ser  parasitaria, demagógica, devorar el templo, remplazarlo con intenciones de poder que se encuentran al envés de su apariencia primera, o por el contrario, destruir esa demagogia con pedagogía, remplazar el templo, hacerlo humano. La pregunta a lo largo de estos poemas es la siguiente: en tiempos de crisis (crisis de fe, de promesas incumplidas, crisis de grandilocuencia), donde la palabra ha sido tan denostada, ¿qué esperar de la voz?
(“Se avecina un cielo de cicuta / (…) / que nadie te encuentre / sentado en las aristas del relámpago”). –Entonces yo pienso en Mestre, cuando decía, que hay que tener cuidado con el uso la palabra, que no hay que vejarla.- Si la idea es la divinidad, o lo sacro, y es la palabra lo que más se aproxima a esta idea, ¿Cómo puede el hombre reconquistar su propia voz?

Es aquí donde Piné pone las cartas sobre la mesa, y en su epígrafe “Obstáculo” expone los impedimentos para que este fluir se desarrolle con naturalidad. No es otra que la propia mezquindad del hombre la que impide a éste elevarse hacia la palabra. Pero también hay humanidad en el hombre, y poesía superviviente. Pero el conjunto de individuos ha perdido la percepción, pues hoy la fe la identificamos con un lenguaje demasiado conocido, y con ello juegan sus versos (“Dios resucitado”, “viejas quemaduras”, “ruinas”…). El hombre enfoca mal esta falta de percepción. La fe es un esqueleto antiguo, es Historia, y hay que renovarla. El esqueleto de la fe es el lenguaje, y por ahí hay que empezar a construir un cuerpo.

En “Medida” es el número el lenguaje. Piné busca una unidad en este mundo donde la fragmentación existe en todos los campos de la vida. Utiliza el lenguaje bíblico, profético, de las Sagradas Escrituras para hablar de la unidad, pues Cristian busca aquello que aún sea indivisible, infragmentable, el Uno. Y dentro de esta búsqueda, un hallazgo: la sílaba. La sílaba es la profeta de la palabra, el matiz necesario que perfila la realidad y la da nombre. La sílaba es la memoria de la realidad.
En este epígrafe Piné habla también de la mesura del tiempo. La sociedad espera que los individuos, en medio de esta rapidez de nuestra vida actual, “crucifiquemos nuestra voz”, que la velocidad nos arrastre hasta perder la palabra, y, así, perdamos además la capacidad de nombrar una noción de nosotros mismos. Pero por esa misma razón, la palabra resiste, y es velocidad y movimiento. El mundo, tal y como lo conocemos, es incierto. Tanto dioses, como ciencia son lenguaje.

Pero hablemos de los problemas del ser: en “Generación” Cristian se pregunta cuáles son los problemas prácticos del hombre. La respuesta puede ser múltiple: desorientación, pérdida, simpleza… pero proféticamente Piné alcanza a adivinar los comportamientos de esta “generación”, y también los impulsa, con su palabra quiere despertar un genio, un carácter, una reacción inmediata, un movimiento: Cristian invita al hombre a mantener un contacto real con sus iguales, y a mantener el lenguaje como plenitud. (“El cerebro dispone demasiado cerca / los dos mundos: papel y plenitud, levedad / y filo, látigo y caricia con la mano áspera”).
Destapado el problema de la comunicación, surge la incapacidad de la identidad y la máscara. Para Cristian lo que antes era significarse por sus nombres ahora es superficialidad, oscuridad del alma, incomprensión. (“Se hace cada vez más rígida y pálida tu boca / más tarde tus brutos rasgos se harán máscara”). La resistencia del lenguaje es, para Piné, un tira y afloja contra los engranajes del poder. Jugar con el vocabulario del poder nos hace máscaras.

Es, sin embargo, en “Obra” donde Cristian utiliza los mecanismos más sacramentales, y el tono más profético. Imágenes como el diluvio universal pueden verse como un fantástico reflejo de la crisis actual. Tras el diluvio, dice Piné, hay objetos, y no le falta razón: no hay manos, dice, solamente cosas. Era la sílaba la unión de todos los pedazos del diluvio, y lo es hoy el lenguaje, el único posible portador de verdad. Porque antes de los objetos todos éramos niños mirando hacia el misterio. (“Ahora recuerdo cuando mis manos eran un cuenco…”).

Pero de todo esto, el ser humano tiene mucha culpa, y carga con ella. “Castigo” es por ello una especie de apocalipsis final, en el que el hombre se enfrenta a su mal más temido: la soledad. (“El caníbal no quiere dormir solo”). Y Piné nos pone delante de todos los miedos del hombre, sin anestesia: la soledad, la muerte de los ideales, la falta de sentido, el paso del tiempo, en un tono casi frenético, apoteósico, delirante. (“La sílaba laceraba sus axilas / espesas y ulceradas como cielos finales”, “le vendaron los ojos con una estrella fósil / para no reconocerse en la estrechez del párpado”). ¿Cuál es el castigo real entonces? La confusión del lenguaje. Es el lenguaje el que se vuelve contra el alma del hombre.

El poemario termina con “Sarcófago”, último epígrafe en el que Piné deja abiertas las posibles consecuencias del poder de la palabra. El lenguaje, para todos aquéllos que aún creemos en él, puede ser un peligro, un temblor, no, como quizás pensáramos, un arma, una herramienta de resistencia, un lugar al que pertenecer. Pero, si el lenguaje se termina, ¿Dónde van los conceptos? ¿Nos mata el lenguaje o lo matamos nosotros? El autor juega audazmente con nosotros. ¿Puede el lenguaje hacernos dudar de sí mismo?

Es el lenguaje un arma de doble filo: ¿revólver o amenaza? ¿defensa o desnudez?




p.d: Podeis encontrar el libro aquí.