Lunes:
Alguien esperará un día un verso que arrasará como un mistral terrible, como una bandada de pájaros de papel, como un estornudo, como un ruido brutal que abatirá las puertas y entornará los silencios hasta dejarnos a todos sin una piedra mínima sobre la que asirnos, pequeños en nuestra nimiedad iniciática, en nuestra esencia primera de hormiga.
Martes:
Hace frío en algún lugar de los pulmones, pero la porcelana queda intacta. Cerámica de mí misma, caricatura, mofa, nada. Escribo “Pandora” en la palma de mi mano, y oigo truenos en el fondo de un aula vacia. Se consume Febrero como un hacha.
Miércoles:
Se posa la muerte entre mis manos, me rie mientras hablo, me mira mientras duermo. Ese destello verde.
Jueves:
Un desierto en Estados Unidos; te hago el amor, y sollozo. Mueres, o algo muere en mí, o hay algo muerto, o triste, o frio. No entiendo las ausencias pero vivo en su constante hábito, en su lento movimiento de molusco. Un frio seco, pero el dolor es viscoso.
Viernes:
Cuál es la belleza de unas manos, qué belleza, qué es belleza; No tengo dinero para el tren, mamá dice que no importa, que no me preocupe, que cada cierto tiempo hay que volver a casa. Y está en lo cierto. Pero qué es una casa, me pregunto, quién es una casa, me digo para mí.
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