lunes, 12 de mayo de 2014

Poema.



Me miraba la gárgola-león de la ciudad, decía
que la muerte no era un barrio tranquilo,
calmaba mi ansiedad de muchedumbre
el agua de la fuente.

Me advirtieron las ranas del estanque
de la soledad de periferia, de que el deseo de huir
nunca cesaría,
ni la repetición obscena
de la seca mirada hacia el hogar;

El desamparo estaba en islas interiores
e infectaba los cuerpos

desde sus más secretas maquinarias.

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