Las mudanzas suponen cambios inesperados. El humor, los hábitos, los lugares, las conversaciones. La manía de escuchar sin decir nada, la determinación de contemplar las cosas de otra manera. Mirar la vida cotidiana como una carga inconsciente, y comenzar a deshacerte de todo aquello que ya no necesitas, o que no recuerdas para qué sirvió. Otras paredes te hacen otra, y aprovecho los muros transitorios para construir un perfil de mí misma que reeducaré en nuevas estancias, que edificaré en blancas alcobas. También las camas, las espaldas, los sexos, son distintos. Las mudanzas suponen cambios inesperados. La luz es otra, y es diferente el despertar.
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