Me dije: no te alejes, no olvides. Probé todas las maneras de ordenar la ira, la confusión, el desamparo. Busqué a cada cosa su lugar preciso, preparé el equipaje. Ahora aún amueblo los extensos lugares del vacío y encuentro manos amigas en mitad de la intemperie. En momentos de éxodo, se construyen familias subterráneas, redes invisibles entre la muchedumbre. Y por eso celebro lo humano, y sonrío: porque no estamos solos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario