lunes, 18 de julio de 2011

Gritar el verso.



"Criez bien, sinon les paroles se retourneront et se
déferont en letres mortes"
Paul Valet.

Escribo un diario. Una vez me dijeron que para tener un poco de disciplina, debía empezar a escribir un diario. Escribo sin saber. No tengo disciplina, pero tengo páginas en blanco. Escribo lo que me da la gana, y me da miedo. Escribo lo que no quiero leer. Lo que no quiero decir. Lo que no quiero que exista. A veces escribo lo que leo. A veces copio lo que escribo. Escribo un diario, y grito. Mi diario siempre es un grito, y no sé porqué. No lo hago queriendo. A veces escribo directamente lo que pienso. Como un bombardeo de sinsentidos. Y de pronto algo tiene sentido. Otras veces no. Otras veces nada cambia.



Sin embargo, estoy preparando una presentación para el catálogo de una exposición (ya iré informando), y las palabras se me atropellan, se me confunden, y las ideas bailan en mi cabeza, y todo es más difícil que escribir automáticamente. Ni siquiera escribir automáticamente es fácil.



A veces solamente escribo porque me siento mejor. A veces escribo lo que no grito. Es más. Siempre escribo lo que no grito. A veces logro conseguirlo. Escribo para gritar. Escribo para decir que estoy viva. Preparo un poemario. Y Vicente Aleixandre me desgarra. Y Paul Valet me despierta con un jarro de agua helada en cada verso. No tengo tiempo y quiero gritar, en su lugar mis labios permanecen inmóviles y se arrastran esclavos. Por eso escribo. Escribo para no olvidarme de lo que también existe. Para ser. Escribo para ser, eso es.

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